Consulta infantil y juvenil ¿para qué?
Marco Antonio González Villa*
En el reporte de resultados presentado por el INE, en los últimos meses, sobre la Consulta infantil y juvenil 2018 encontramos información que podría ser valiosa, pero que no necesariamente será utilizada para un beneficio específico.
La Consulta se ha llevado a cabo en años anteriores y es justo reconocer que representa un buen ejercicio cívico y democrático, dado que fomenta la participación y el entusiasmo de niños, adolescentes y jóvenes, así como desarrolla la concientización en torno a la necesidad de formar parte de las decisiones que dirigirán el curso de un país.
Sin embargo, la idea principal de la actividad es poder identificar las significaciones que existen en esta población, agrupadas en 3 rangos distintos, sobre diferentes situaciones sociales, como la violencia, la discriminación, el género, la convivencia en los diferentes contextos en los que se desarrollan, con la intención de detectar problemáticas y posibles áreas de atención que ayuden en la atención de dichas problemáticas.
Obviamente, en tanto instrumento que indaga percepciones sociales, queda parcializado y acotado a las preconcepciones de quien lo elabora e implementa, en este caso el INE, por lo que pudieron quedar excluidos diferentes temas. A manera de sugerencia para la siguiente consulta podría preguntarse, de forma directa, sobre la forma en que perciben la corrupción, la pobreza como un concepto específico y sobre la violencia estructural que ejerce el sistema sobre la mayoría de la población, obviamente empleando un lenguaje que sea accesible a su nivel de comprensión, pero que tampoco disponga de eufemismos que dejen oculta o soslayada un área o temática.
El apartado dedicado a las propuestas de cada uno de los grupos resulta realmente interesante, pese a la dificultad reportada para poder hacer una interpretación minuciosa de los resultados obtenidos, en donde se pueden encontrar puntos de vista relativamente similares entre los tres grupos sobre aquellos puntos que precisan de atención. De aquí surge la idea de poder desarrollar políticas públicas que ayuden a dar solución a cada problema claramente identificado en cada uno de los grupos conformados.
Lo que es un hecho es que existe en los menores de edad un desencanto evidente por las promesas incumplidas, al menos por los gobiernos anteriores, dado que los principales temas que sustentan la campaña de todo candidato a ocupar un cargo público, como son la seguridad, mejores escuelas, eliminación de la violencia y mejores empleos, aparecieron en las propuestas recogidas a través de la consulta, lo que, lamentablemente, deja en claro que no por tener identificado un problema se le va a atender o dar solución. Sería adecuado preguntar a los menores que participaron en las primeras consultas, adultos ya el día de hoy, sobre la forma en que sus propuestas fueron escuchadas o sobre los beneficios de llevar a cabo estás Consultas, más allá del carácter lúdico que puede tener para los participantes. Esperemos que, ahora sí, la actividad y los resultados generen, finalmente, un cambio social.
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
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