Compañía y fortaleza para aprender

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

“La ciencia muestra que los mayores avances no son destellos de mentes excepcionales, únicas e irrepetibles. Al contrario, los grandes descubrimientos son resultado de hallazgos previos, colaboración y saber compartido a lo largo del tiempo” (Vallejo, I., 04/05/24. Laberinto, suplemento de MILENIO Diario).
Colaboración o competencia es un dilema que atraviesa la historia de la humanidad. Es fascinante leer e imaginar la hazaña de un héroe. Por ejemplo, Julio César conquistador y forjador de lo que hoy llamamos Europa. Gran vencedor de mil batallas y constructor de un enorme mapa, de un imperio, del Imperio Romano. ¿Quién conquistó la Luna y el espacio exterior de la tierra? El par de astronautas que en julio de 1969 fueron enviados a navegar hacia el satélite natural de la Tierra y plantar su huella y la bandera de los Estados Unidos de América, o bien, el ejército de científicos, trabajadores, especialistas y hasta el numeroso personal de limpieza de las instalaciones de la NASA, cuyo trabajo conjunto por más de diez años facilitó ese viaje extraterrestre hacia la Luna. Desde luego estos últimos, aunque no conozcamos sus nombres y estudios.
No obstante, en la política y en el arte idolatramos a los líderes, construimos una mitología para atribuir a un gobernante, a un artista, a un político providencial las bondades de la sociedad, de la economía, de la cultura y más. No hay tal cosa. La cultura, el aprendizaje, las ideas, las herramientas, las enfermedades y los medicamentos atinados… son obra de comunidades, de grupos, de equipos obstinados en conseguir juntos una respuesta, una solución, un logro.
La escuela, la formación institucional, es muestra de esa compañía que fortalece. Un profesional, cuando presenta sus credenciales dice: “estudié en la universidad “tal”; realicé estudios de posgrado en el Instituto “equis y zeta”; y me especialicé en el Laboratorio de la empresa “W”. No dice: fui alumno de “pepito”, del doctor “fulano” y trabajé con el empresario “mengano”. La educación, la escuela es un lugar comunitario, de crecimiento en y con la tribu, donde se comparten búsquedas, preguntas, tareas y problemas enmarcados en la cultura del país, de la ciudad, de la época.
La educación de las personas, desde niños hasta adultos se produce en actos colectivos y de conjunto, compartidos, acompañados y colaborativos. Por eso, es bueno que en la familia y en la escuela de hoy, padre, madre, profesores/as diseñen aprendizajes en grupo, en colaboración y en compañía. Descubrir un cómo (es, funciona, opera, se maneja) es más fácil en “bola” que en el pizarrón. Recitar de memoria un par de párrafos del libro sobre el 5 de mayo no es aprendizaje, tampoco educa. Construir en grupo un relato de la Batalla de Puebla, sí forma en la colaboración (lo que no dice uno, lo dice otro), en la indagación (¿y porqué perdieron la guerra los mexicanos?) Colaborar con un compañero en dificultad de comprender un problema matemático, o de biología, o de Z es educarse en el acompañamiento, clave para la vida social. Juntos lo hacemos mejor. Ya lo dice el dicho.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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