Coeducación de la mujer

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

La educación de la mujer en entornos de inseguridad creciente y desacomodos emocionales en el contexto intra y post pandémico, son asuntos torales en la agenda nacional que no pueden quedarse en urgencias del calendario de conmemoraciones.
Las variadas femineidades bajo las consignas de color morado en el centro histórico de las ciudades donde concurren micrófonos y cámaras.
La causa de la mujer en falsos programas de gobierno. El garlito presupuestal en la aplicación de proyectos sin resultados , la retórica clientelar para sumar sus votos.
La visibilidad y la voz, las demandas de causa política entre líneas. La causa de la mujer y sus descontentos cómo pasto apolítico y desideologizado aparente.
Los movimientos acéfalos dónde se adscriben los oportunismos más variados, la mujer y sus ovarios simbólicos, las deudas históricas en materia de justicia social y económica para el género.
8 de marzo, una jornada más del día de la mujer; las formas de manifestación que cobran a veces tintes de agresión y violencia contenida comunican de manera disruptiva las variadas formas de violencia contra ellas y el espacio acotado de participación económica, política y social.
Los feminicidios agregados el último año, la justicia retardataria y omisa, el dolor de las familias de ausentes y desaparecidas.
La emergencia de la mujer al mundo del trabajo, los criterios de los empleadores, las brechas salariales en detrimento de las trabajadoras, los porcentajes de mujeres sindicalizadas y protegidas por prestaciones sociales justas, “Las mujeres sufren más dificultades para acceder al mundo del trabajo de lo que se pensaba, y la brecha de salarios y condiciones se ha mantenido casi sin cambios en las últimas dos décadas, advirtió la ONU” (El Economista, 7/03/23).
La sociedad nuestra no explota laboralmente por condición de género; los códigos de un sistema neoliberal capitalista, que excluye y explota a la más débiles, se ensaña igual con ambos géneros, pero particularmente inocula nuevas formas de discriminación de la mujer.
Por la cultura misma de formación de la mujer en los entornos familiares y por la estructura misma de explotación y competencia por el empleo, el déficit de inequidades y desigualdad golpea de peor manera a la mujer, “La brecha laboral es especialmente grave en los países en desarrollo, donde la proporción de mujeres que no pueden encontrar un empleo alcanza el 24,9% en los países de renta baja”, (OIT/ONU, 2023).
Mientras la causa de la mujer se posiciona y se logran avances con lentitud pasmosa; en esta estructura social y familiar de carácter patriarcal y autoritario sigamos apostando por la educación de la mujer como una de las vías importantes para transformar las cosas.
El ejercicio de la ciudadanía plena y la capacidad de defender sus derechos parte de un trayecto formativo muy cuidado en su educación obligatoria.
Parte de una coeducación horizontal entre iguales y una colaboración estrecha de entornos sociales, como familia y escuela.
Desalinear la educación madre-hija cómo puerta necesaria.
El hogar y la escuela comparten la corresponsabilidad de fortalecer la dimensión socioemocional y la formación de los valores cívicos importantes en materia de educación de la mujer.
La sociedad mexicana ha tenido avances y hoy en los espacios de las instituciones escolares se trabaja formalmente por una educación inclusiva y respetuosa de los constitutivos y particularidades del género.
Hay mucho trecho por avanzar y es en ese sentido que conmemoraciones como la de hoy plantean la problemática específica para la construcción de una sociedad equitativa e incluyente.
En ese proceso de socialización que deviene en aulas y escuelas. En ese proceso de formación de las habilidades sociales que entraña el asistir a una escuela, encontramos el margen para algunas rutas que conlleven a la mejora de la calidad de la educación de la mujer.
El proceso de descolonización de algunas estructuras introyectadas desde la edad temprana implican un reto formativo, implica también el diseño de rutas de emancipación de los corsés morales y culturales en los que muchas veces se quiere hacer determinismo moral unilateral del buen comportamiento.
Poco sabemos de la magnitud de las estructuras alienadas y alienantes, de las formas de pensar y atavismos diacrónicos.
La construcción social del ser mujer obedece a criterios reproduccionistas generados en los pilares formativos construidos en la familia generacionalmente.
Desde ésta se genera un proceso diferenciado de educación de los géneros, es ahí donde empieza un proceso de educación diferente, una doble red genérica. El valor de ser mujer tiene que tener lugar en la arquitectura de relaciones sociales dentro de la familia y también en las formas como se hace educación formal y establecen los criterios relacionales en las instituciones educativas.
Hace ya algunas décadas que la educación mixta es una realidad, la segregación por géneros en el mundo de las escuelas es cada vez menos común.
Hoy entendemos cada vez de mejor manera la manera como se introyectan valores a través de un discurso literario sexista y a través de las múltiples representaciones construidas a través de redes sociales, televisión y cine por mencionar poderosos medios de comunicación.
La literacidad del discurso escolar, del discurso de medios; los valores introyectados a través del cine y la televisión, las formas de hacer literatura y las cualidades de los personajes representativos del rol y la función de la mujer, entre ellos la obediencia y la cosificación estética.
El género femenino ha de ser formado en espectros pedagógicos y de desarrollo de su inteligencia más inclusivos, con más rigor científico, habilidades de pensamiento y sociales, trayectos formativos constructores del pensamiento crítico como antítesis a los paradigmas de servidumbre y obediencia, cómo medio y fin.
Hay muchas líneas de trabajo en materia de emancipación y mejora de la calidad de vida del sector femenino, mucho trecho por avanzar en materia del valor y lugar en los discursos religiosos y prácticas de las distintas espiritualidades, salud reproductiva, participación política, salarios, acceso a la vivienda y calidad educativa, entre otros frentes.
Ahora es inviable la formación de mujercitas decorativas y cosméticas, víctimas de su propio laberinto y configuraciones, débiles en la construcción de puentes y organización con sus iguales, insensibles a la otredad; es imperativo liberar estructuras mentales y prácticas de relación humana sin la necesaria intermediación insana del hombre dominante.
Tenemos que encontrar respuestas para la formación de la mujer inteligente, necesaria a la formación social y a la participación activa en los distintos ámbitos de la vida nacional.
De las niñas preescolares hasta las jóvenes responsables universitarias hay mucho trabajo por hacer en materia de formación de valores importantes, habilidades y de equipamiento de procesos cognitivos.
Desde la bebé lactante hasta la adulta responsable que se visiona en el núcleo familiar hay mucha red de relaciones por tejer, mucha práctica del amor nutricio y acompañamiento, mucha presencia por prodigar en la familia.
Avancemos en el proyecto de todos(as) de coeducar a la mujer como proyecto interinstitucional, como prioridad de desarrollo social impostergable.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Griselda Gómez

    Palabras del anarquista Ricardo Flores Magón a la mujer de 1910:

    “Compañeras, no teman a la revolución. Las cadenas no reconocen sexos. La cadena del hombre es la de ustedes ¡ay! y tal vez más pesada y más negra y más infamante es la de ustedes. ¿Eres obrera? Por el solo hecho de ser mujer se te paga menos que al hombre y se te hace trabajar más; tienes que sufrir las impertinencias del capataz o del amo, y si además eres bonita, los amos asediarán tu virtud, te cercarán, te estrecharán a que les des tu corazón, y si flaqueas, te lo robarán con la misma cobardía con que te roban el producto de tu trabajo.

    Bajo el imperio de la injusticia social en que se pudre la humanidad, la existencia de la mujer oscila en el campo mezquino de su destino, cuyas fronteras se pierden en la negrura de la fatiga y el hambre o en las tinieblas del matrimonio y la prostitución.

    La condición de la mujer en este siglo varía según su categoría social; pero a pesar de la dulcificación de las costumbres, a pesar de los progresos de la filosofía, la mujer sigue subordinada al hombre por la tradición y por la ley… Humillada, menospreciada, atada con las fuertes ligaduras de la tradición al potro de una inferioridad irracional, familiarizada por el fraile con los negocios del cielo, pero totalmente ignorante de los problemas de la tierra, la mujer se encuentra de improviso envuelta en el torbellino de la actividad industrial que necesita brazos, brazos baratos sobre todo.

    El salario de la mujer es tan mezquino que con frecuencia tiene que prostituirse para poder sostener a los suyos cuando en el mercado matrimonial no encuentra un hombre que la haga su esposa, otra especie de prostitución sancionada por la ley y autorizada por un funcionario público, porque prostitución es y no otra cosa, el matrimonio, cuando la mujer se casa sin que intervenga para nada el amor, sino sólo el propósito de encontrar un hombre que la mantenga, esto es, vende su cuerpo por la comida, exactamente como lo practica la mujer perdida, siendo esto lo que ocurre en la mayoría de los matrimonios.

    Compañeras: este es el cuadro espantoso que ofrecen las modernas sociedades. Por este cuadro vemos que hombres y mujeres sufren por igual la tiranía de un ambiente político y social que está en completo desacuerdo con los progresos de la civilización y las conquistas de la filosofía. En los momentos de angustia, dejen de elevar sus bellos ojos al cielo; ahí están aquéllos que más han contribuido a hacer de ustedes las eternas esclavas. El remedio está aquí, en la Tierra, y es la rebelión”.

    -Fragmento extraído del genuino periódico anarquista Regeneración, septiembre de 1910.
    (Prensa Magonista)

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