Claroscuros de la educación superior a distancia

 en Salvador Jiménez

Salvador Jiménez Lomelí*

Llama mucho la atención el crecimiento que la educación a distancia mediada por tecnologías de la información y comunicación (TIC) ha presentado los últimos años en las instituciones de educación superior (IES), tanto públicas como privadas. Basta observar el entorno donde cotidianamente nos movemos para darnos cuenta que la publicidad relacionada con la oferta educativa online cada vez tiene mayor presencia. La podemos ver al conectarnos a Internet, donde sorpresivamente nos puede aparecer una ventana para ofrecernos una licenciatura en línea adaptable a nuestro tiempo, espacio y presupuesto. También al leer un periódico digital o impreso; en los espacios reservados para publicidad del transporte público e incluso en enormes espectaculares en las aceras de avenidas y autopistas urbanas. La educación a distancia está en casi todas las IES, e incluso, en algunas privadas que no cuentan con registro ante la respectiva secretaría de educación (federal o estatal). En otras palabras, también las denominadas instituciones de absorción de demanda o coloquialmente etiquetadas como “universidades patito” han entrado de lleno al e-learning.
El acelerado crecimiento de la educación superior en general y la que se ofrece a distancia en particular, no ha permito plantear con claridad una serie de problemáticas e interrogantes que tiene que ver con el uso de las plataformas electrónicas, la computadora y conectividad a internet, tanto para los profesores como para los estudiantes que las utilizan. Ciertamente, en el mundo académico, tanto la computadora como el internet, son herramientas no solamente necesarias, sino indispensables para el quehacer escolar. Se debe reconocer que tanto el proveedor de internet, los “servidores” e incluso las plataformas electrónicas como Blackboard, Moodle, AVA y Edmodo y entre otras, con frecuencia presentan fallas que en cierto modo, hacen complicado su uso para que los actores de un entorno virtual de aprendizaje, cumplan con sus tareas. Todo lo anterior sin duda, forma parte de la plataforma de calidad sobre que ideal o preferentemente debe desplazarse la prestación de un servicio educativo en línea.
En un escenario como éste, puede resultar una pifia para un estudiante, inscribirse en un programa educativo cuando previamente no conoce, por un lado, las condiciones técnicas y operativas de los cursos que ofrece la institución en la que estudiará y a la que pagará puntualmente sus cuotas. La desilusión puede acrecentarse si el propio estudiante no cuenta con un equipo de cómputo adecuado y se asegura de obtener en todo momento, una conectividad rápida y sin restricciones a internet. También es deseable que el profesor que atiende el cuso, asuma su responsabilidad de atender de manera rápida y expedita al estudiante. Dicho todo lo anterior, también se requiere que organismos como el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) y los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES) responsables de evaluar y certificar la calidad de la educación superior, trabajen de manera coordinada con la Secretaría de Educación Pública (SEP) para implementar políticas que faciliten la acreditación de los programas educativos a distancia en las IES públicas y privadas, con atención especial a éstas últimas o instituciones de absorción de demanda y con ello dar certidumbre y formalidad a la educación online.

*Asesor del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. jimlom@udgvirtual.udg.mx

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