Cambio educativo: una idea
Miguel Bazdresch Parada*
Hace unos días encontré en el blog de Carlos Magro, importante, educador, investigador y pensador español sobre la cuestión educativa, un texto titulado “Enseñar también es reparar” con fecha mayo 28 de 2022 (ver: https://carlosmagro.wordpress.com/2022/05/28/ensenar-tambien-es-reparar/).
El segmento cuyo contenido me atrajo la atención despliega elementos clave del acto educativo y su vivencia escolar. Examinemos algunos de esos elementos. Magro nos muestra su postura sobre el cambio educativo:
“Cada día estoy más convencido de que el cambio educativo que necesitamos no vendrá desde arriba, ni desde fuera, ni vendrá acompañado de grandes aspavientos, ni grandes acontecimientos. No será disruptivo. Tendrá poco de espectáculo, no será portada de ningún diario, ni abrirá los telediarios.”
Este primer elemento recoge uno de los constitutivos de la educación olvidado con frecuencia. En especial por gobiernos y funcionarios. Cada periodo de gobiernos las autoridades insisten en emprender una reforma educativa “definitiva”, cuya propuesta resolverá todo lo atendido por los gobiernos anteriores. Magro manifiesta una postura opuesta a estas soluciones mágicas y definitivas. Éstas, en ocasiones, también son compartidas por personas ligadas en una u otra forma con la educación. En el siguiente segmento nos avisa su postura.
“Al contrario, será una revolución discreta, casi invisible, subterránea y silenciosa. El cambio de la escuela se tiene que hacer desde la escuela. Desde lo que hacemos. Un cambio desde lo cotidiano y desde los pequeños gestos. Vinculando el pensamiento a la experiencia. Las ideas a los cuerpos. Cambiando los hábitos y las prácticas. Visibilizando lo que ya se hace y lo que en muchas ocasiones es invisibilizado.”
Los ingredientes están ahí: revolución, (cambio de fondo) invisible, (sin predicación previa) desde lo que hacemos, (sin modificaciones espectaculares) desde lo cotidiano, (todos los días y cada día) vinculando pensamiento y experiencia, (sintiendo y reflexionando) cambiando los hábitos y las prácticas (con valentía para mover lo que demandan los hechos) visibilizando lo que ya se hace (a partir de aceptar la práctica frente a la “nueva” receta).
Podemos encontrar, nos recuerda Magro, ideas, prácticas, imágenes y gestos en nuestras prácticas diarias en la escuela, en el mismo salón de clases, capaces de generar ideas de cambio, sencillas, aplicables ya, revisables siempre y cuya validez no está en documentos o ensayos sino en aquello que esas ideas y su aplicación, produce, en ese salón, en esos patios, en esa junta de padres, en esa conversación con pares y directores.
Hace años los maestros, los padres y madres, a veces los jefes, cuando querían lograr que el estudiante, el hijo/hija o el ayudante hiciera muy bien un encargo o una actividad, antes de decir ese encargo solía advertir: “Usted… PONGA CUIDADO en lo que le voy a decir”. Así es, la educación es una actividad presidida por el cuidado, no por la rapidez o la compulsión por un resultado. Sí por el cuidado en explicar, solicitar, indicar, ayudar, corregir y sobre todo, por ofrecer autonomía al educando, pues sin ella, no se educará.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]