Calentamiento global
Jorge Valencia*
Casi hemos llegado al punto de no retorno. La emisión de hidrocarburos ha provocado tal sobrecalentamiento que el clima ha dejado de ser lo que era. El calor es más intenso y el frío también es mayor.
Los escépticos argumentan que nuestro planeta siempre ha tenido cambios de clima naturales: eras de hielo y sequías que tienden a depurar las especies animales y las variedades de plantas. Cierto: también se afecta a la población humana, como demuestran las pandemias y los desastres naturales (erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis…).
Si la cultura es la solución de la que los grupos humanos disponen para adaptarse a su entorno, dos grados centígrados arriba obligan a nuevas costumbres (o las mismas, pero depuradas). En las ciudades, el calor se multiplica con el caos vial. Los 35 se convierten en 40 grados; el hartazgo y la prisa cotidianas, en furia, sociopatías, violencia. Tal vez la criminalidad esté asociada (mucho o poco) con la hostilidad del entorno. La dificultad para ganarse la vida.
En países como el nuestro, donde los servicios esenciales (salud, vivienda, alimentación…) sólo son accesibles para unos cuantos, la percepción del bienestar tiene el matiz de la envidia.
El sobrecalentamiento del planeta presenta una equivalencia con el sobrecalentamiento nervioso de las personas. La manera como entre sí se relacionan. Está demostrado que la temperatura ambiental influye en la cortesía, la cercanía entre los pobladores. O la lejanía. Y la música, las costumbres, la forma de divertirse, cocinar, casarse, enterrar a sus muertos… No es lo mismo nacer en Acapulco que en Vancouver. En el siglo XIX en Inglaterra que el XXI en San Francisco.
El riesgo físico del sobrecalentamiento global ha sido ya difundido. El riesgo social puede ser la intolerancia, la descortesía, la violencia.
Nuestra primavera inicia con quemas de bosques nuevamente sin control. Quizá provocadas o sin previsión suficiente. Con amenazas de abastecimiento de agua potable y un sistema de seguridad no controlado del todo.
Ante este estado de cosas, se recomienda hidratación. Precaución ante el riesgo de daño al medio ambiente (omisión de fogatas clandestinas, separación de la basura, racionamiento del agua…) y uso adecuado de vehículos automotores. Principalmente, la práctica de la amabilidad como una costumbre revolucionaria: volver a la esencia civilizatoria que nos regrese la conciencia cívica, vivir con los otros bajo formas armónicas que nos convengan. Un sueño utópico que nos regrese a donde empezamos: vivir en paz, con plenitud. Esforzándonos para que esto sea posible. Bloqueador solar y agua.
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]