Biden, los préstamos escolares y el mercader

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Al menos desde 1965, el Congreso de Estados Unidos concedió al titular del Departamento de Educación del gobierno federal de ese país, la posibilidad de anular la deuda de los préstamos estudiantiles federales. No fue sino hasta fines de 2020, cuando Joe Biden resultó electo como presidente, que se planteó esa posibilidad a raíz de diversos alegatos legales que venían al menos desde 2011, vinculados con propuestas académicas, con activistas y con el partido demócrata (para una reseña de esos argumentos y sus historia: https://www.newyorker.com/news/essay/how-the-biden-administration-can-free-americans-from-student-debt). Finalmente, en semanas recientes se ha convertido en un tema notable en los medios estadounidenses que Joe Biden ha promovido la reducción en el monto de muchas de estas deudas.
Contraídas estas obligaciones de pago como una forma de acceder a la educación superior, una de las angustias constantes, que se habían convertido en una especie de espada de Damocles que pendía sobre millones de egresados (e, incluso, de aquellos con carreras truncas) de las universidades estadounidenses, consistía en la imposibilidad de pagar. Los vaivenes del mercado laboral, las variaciones en la macroeconomía, las dificultades de la movilidad social de diversos grupos étnicos, las decisiones individuales, se convirtieron en variables que ponían en peligro la posibilidad de pagar esos pagos. Lo que propone el actual presidente de Estados Unidos es reducir en diez mil dólares la deuda de una buena parte de esos estudiosos y condonar veinte mil dólares para quienes tuvieron becas Pell para personas de escasos recursos. La reducción de la deuda se limita a quienes tienen ingresos de menos de $125 mil dólares al año. Cerca de 45 millones de estadounidenses deben un total de 1.600 millones de dólares por becas de estudios.
Las protestas de parte de diversos actores sociales, en especial de aquellos que se etiquetan a sí mismos como republicanos, no se han hecho esperar. Los largos debates desde mucho antes de que se propusiera reducir esta deuda no acabarán con su puesta en práctica. Ya en 2019, Bernie Sanders afirmó que esa medida haría a los estadounidenses a la vez más ricos y más inteligentes (https://edition.cnn.com/2019/06/27/opinions/cancel-college-debt-smarter-richer-taylor/index.html). Las implicaciones para las personas endeudadas son evidentes: cubrirán la deuda antes de lo esperado y en muchos casos evitarán declararse en bancarrota por falta de recursos. En cuanto a la economía de ese país, señalan algunos analistas, esta reducción en la deuda de millones de personas servirá para que esos recursos se dirijan a otros gastos y estimular los negocios.
El tema no carece de implicaciones para otros sistemas de educación en el mundo. Es sabido que en muchos países la educación se convierte en una razón para endeudarse no sólo individualmente, sino a la familia nuclear y extensa, además de a las comunidades. La educación es vista como una importante inversión y por ello mucha gente está dispuesta a pedir prestado, vender sus terrenos, casas, coches o su mano de obra para acceder a ella y culminar la meta de obtener un grado académico; lo que conlleva una preparación para enfrentar el mercado laboral y los problemas de la vida en sociedad. Pedir dinero ahora para contar con una profesión o un oficio en un futuro suele verse como un sacrificio mínimo. Hasta que, para muchos, los intereses y el capital acaban convirtiéndose en un grillete que los encadena y limita financieramente durante décadas. En algunos casos, generaciones de abuelos, padres e hijos contribuyen a pagar esas deudas contraídas para mejorar la educación de algún miembro de la familia.
En el caso de México, recientemente se ha tratado el problema de contraer deudas (por ejemplo, en “El expreso de las diez”: https://udgtv.com/podcast/fraudes-tarjetas-prestamos-enganosos-expresso-las-10-04-may-2022/), ya sea con propósitos de consumo o encaminadas a que alguno de los miembros de la familia pueda acceder a la educación. Aun cuando el problema de la deuda en México no está asociado con la posibilidad de obtener préstamos federales para el pago de matrículas y para la manutención mientras se estudia, vale la pena reflexionar en torno a esta estrategia de “hipotecar” el dinero futuro a cambio de “invertir” en educar a algunos miembros de la familia. Las instituciones bancarias, ciertamente, y algunas empresas informales de préstamos de dinero, en buena medida viven de la necesidad de la gente de acceder a instituciones públicas y privadas.
No encuentro cifras actuales acerca de cuánto deben los estudiantes en México por créditos para estudios universitarios, aunque, en buena medida, los universitarios se rigen bajo la idea de que la educación en nuestro país es un derecho (https://www.bancompara.mx/blog/2021/11/01/como-se-ve-la-situacion-del-credito-estudiantil-en-mexico/) y la práctica de solicitar préstamos para educación no es tan frecuente como en otros países (Chile, por ejemplo, tiene una enorme deuda de parte de sus estudiantes al gobierno federal, de cerca de 4500 millones de dólares en 2018: https://www.ciperchile.cl/2018/05/04/creditos-para-educacion-616-mil-estudiantes-deben-us4-500-millones-y-27-esta-en-mora/). En una nota algo añosa ya (https://www.excelsior.com.mx/nacional/2014/06/29/967990) se narra las dificultades y montos para el pago de estos préstamos en México. Al parecer, la escasa discusión del tema en nuestro país está asociada con la visión de que estas deudas son un problema que se zanja entre los estudiantes y sus familias frente a las instituciones de educación superior y los bancos. La utilidad de la formación de nuevos profesionistas en instituciones privadas no se considera como un asunto de interés público. Al menos, no todavía.
Desde hace varios años, la discusión en torno a las tendencias a la privatización de la educación en México ha planteado el costo de los préstamos estudiantiles (https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26982012000200012). La estrategia apunta a convertirse en el dolor de cabeza que en días recientes la presidencia de Biden ha querido paliar en el país del norte. La verdad es que los préstamos son negocio para quien facilita el dinero a cambio del cobro de rédito; pero no suelen ser buen negocio para quien se encuentra en condiciones tales para comprometerse a prolongados plazos de pago a cambio de un acceso urgente a los recursos.
La obra clásica de William Shakespeare (1564-1616), El mercader de Venecia, documentaba ya esta situación del cobro de capital e intereses. Ciertamente, el desenlace de las deudas en nuestra época no es tan feliz como plantea su obra. En ella, Porcia anuncia a Sylock, el prestamista judío: “Según la ley y la decisión del tribunal, te pertenece una libra de su carne” (carne de Antonio, el mercader endeudado). A lo que el prestamista responde: “¡Oh juez doctísimo! ¿Has oído la sentencia, Antonio? Prepárate”. Porcia añade: “Un momento, no más. El contrato te otorga una libra de su carne, pero ni una gota de su sangre. Toma la carne que es lo que te pertenece; pero si derramas una gota de su sangre, tus bienes serán confiscados, conforme a la ley de Venecia (…) Justicia pides, y la tendrás tan cumplida como deseas (…) Prepárate ya a cortar la carne, pero sin derramar la sangre, y ha de ser una libra, ni más ni menos. Si tomas más, aunque sea la vigésima parte de un adarme, o inclinas, por poco que sea, la balanza, perderás la vida y la hacienda”, advierte. Ya sabemos que, al final de cuentas, en la narración de Shakespeare el prestamista es obligado a convertirse al cristianismo y a condonar la deuda. Lo que no resulta ser el caso con los prestamistas contemporáneos, sean del credo que sean, dispuestos a cobrar con carne, sangre y hasta con intereses compuestos, las deudas de los esforzados estudiantes. (Aquí una gráfica del costo creciente de los estudios universitarios en Estados Unidos: https://www.yucatan.com.mx/internacional/2022/8/24/biden-perdona-deuda-estudiantil-millones-de-americanos-342523.html).

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor-investigador en el Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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