Beligerantes

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

No es necesario visitar el territorio de Estados Unidos para darse cuenta: hay un gran culto a las instituciones militares. Incluso en las películas y en las noticias cotidianas nos podemos dar cuenta de ese gran respeto que tienen para sus Fuerzas Armadas y sus integrantes. En caso de visitar algunas de sus ciudades o de viajar por sus carreteras podremos darnos cuenta de que existen múltiples monumentos, zonas militares, cuarteles, personas uniformadas, veteranos que marcan sus coches, sus lugares para comer, sus hogares. Parecería que defender los intereses de los sucesivos gobiernos de sus países equivale a defender el honor, la democracia, la libertad, la civilización y a la humanidad entera. En las películas y en las declaraciones de sus presidentes trasluce el argumento de que la justicia se administra de mano de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Cualquier país al que invadan o cualquier régimen al que defiendan han sido sujetos de juicio desde la perspectiva estadounidense que se ha visto “obligada”, según su narrativa a apoyar una determinada facción política en esa parte del mundo.

En realidad, aun cuando Estados Unidos constituya el ejemplo más famoso y más visible y el que ha producido más películas de la heroicidad de sus soldados y la incorruptibilidad de sus instituciones militares, son muchos los países en donde los ejércitos de personas armadas son objeto de veneración, respeto y admiración. En muchos de los casos, como señala nuestro himno nacional, la idea es salvaguardar el territorio patrio frente a un extraño enemigo. Así que no es de extrañar que buena parte de los cuerpos policiacos estén constituidos por personas que fueron entrenadas y capacitadas en el contexto militar. Son especialmente famosos los programas de entrenamiento de Estados Unidos, de Israel y de Rusia. Los famosos “cosacos” (nómadas u hombres libres) que prestaban servicios militares a los vecinos y eran temidos por su combatividad. El entrenamiento israelí GADNA, ha sido criticado por su énfasis en educación excesivamente militarista y ha sido objeto de discusión con el ministerio de educación dado que sus conscriptos son personas en edad escolar (https://web.archive.org/web/20090717002324/http://www.haaretz.com/hasen/spages/807850.html). El ejército invade a la escuela secundaria, se consigna en el artículo aquí enlazado. Un poco menos famoso es el entrenamiento en lucha cuerpo a cuerpo KRAV MAGA que tiene vertientes civiles y millares (https://kravmagagranada.com/sobre-krav-maga/). En el caso de Estados Unidos nos hemos enterado de sus fuerzas de élite, los GREEN BERETS (boinas verdes) y en el caso de Rusia sabemos de los SPETSNAZ (https://www.goarmy.com/careers-and-jobs/specialty-careers/special-ops/special-forces.html) y (https://www.larazon.es/deportes/20220907/ena67bhfebdjroirfkjcb4v6vy.html), estos últimos especialmente activos en la guerra-invasión de Ucrania.

La relación entre las instituciones militares y las educativas ha sido bastante ambigua y a la vez complementaria. Al igual que durante buena parte de la historia de la humanidad la única opción de educarse en las humanidades para personas de origen humilde era acceder a las instituciones religiosas, las instituciones militares representan una posible puerta de entrada a la educación formal. En muchos países, las universidades están separadas de la educación militar, mientras que en otros existe una combinación a través de la cual las instituciones educativas son apoyadas por fondos militares para su funcionamiento. La relación entre estudiantes pacifistas y estudiantes que se forman simultáneamente en disciplinas militares no necesariamente es de admiración y respeto, sino que llega a generar tensiones porque educar millares conlleva no sólo estar preparados para los conflictos armados, sino que parece que incluso deriva en provocar guerras (civiles, con enemigos que llegan al interior, o contra enemigos ubicados en el exterior) para que los militares se fogueen.

Una pasaje de la novela The Human Stain de Philip Roth (1933-2018) hace explícita esa tensión, encarnada en dos personajes, por una parte Lester Farley, militar que ha regresado a Estados Unidos después de defender a sangre y fuego los intereses de su gobierno (e imagina que también de su pueblo y su patria) y Coleman Silk, un académico de edad madura. “¿Sabes en dónde estaba ese profesor cuando el gobierno nos envió [a Vietnam]? Ahí estaba él, encabezando a los malditos manifestantes. Les pagan por enseñar a los muchachos, no para protestar por la guerra” (2000, p. 70).

En meses recientes hemos visto los casos de protesta en varias universidades e instituciones académicas del mundo en contra de la invasión de Ucrania y en contra de la guerra en Gaza. El apoyo al PUEBLO Palestino se ha dejado ver en múltiples formas: videos, plantones, marchas, consignas, pintas. Los estudiantes en todo el mundo se han manifestado en contra del gobierno de Israel y de Rusia, mientras que los gobiernos han expresado su apoyo a una u otra de las facciones beligerantes. En una sociedad militarista que gasta el 39% del gasto militar mundial total como es la de Estados Unidos (https://es.statista.com/grafico/24733/paises-con-mayor-gasto-militar-y-su-relacion-con-el-pib/) llama la atención que los estudiantes en decenas de universidades se manifiesten a favor de la defensa del pueblo palestino y del pueblo ucraniano (https://www.nytimes.com/2024/04/24/opinion/chicago-dnc-antiwar-protests.html?smid=nytcore-android-share) y (https://www.nytimes.com/2024/04/25/nyregion/columbia-protests-college-campus.html?smid=nytcore-android-share).

¿Qué es lo que han aprendido los estudiantes, las instituciones y las sociedades desde aquellas protestas en contra de la guerra de Vietnam (de la que Estados Unidos salió sin gloria, pero no obstante construyó monumentos y recibió como héroes a sus militares, de los que existen todavía grandes cantidades de veteranos)? Se plantean algunos analistas. Han sido centenares los estudiantes arrestados por manifestarse a favor de la paz (https://youtu.be/zcOx3872CXk?si=HdZOxFAf_qV04zaK). En buena parte, la posición del gobierno en Washington en apoyo al gobierno de Israel ha sido cuestionada por su “deshumanización” de los palestinos, cuyas muertes ascienden ya a cerca de 20,000 en los meses recientes del conflicto, desde el 7 de octubre de 2023. El conflicto se remonta, según algunas crónicas, a 1917, según otras más, especifican que la creación de el Estado de Israel en territorio palestino en 1948 ha sido el principal detonador (https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/ocho-claves-para-entender-el-conflicto-palestino-israeli/). En algunos casos, las autoridades universitarias en Estados Unidos han amenazado con retirar por la fuerza a los manifestantes que se oponen a la guerra en Gaza.

Estos casos de violencia entre distintos gobiernos y grupos no son las únicas instancias de beligerancia en la actualidad. Aun cuando debemos evitar algunas confusiones: el término judío no equivale a israelí, ni el gobierno de un país encarna la voluntad del pueblo y de cada individuo a los que rige, ni siquiera deberíamos inferir que una identidad étnica equivalga al apoyo a las estrategias de enfrentamiento de quienes enarbolan esa identidad para iniciar, continuar o apagar determinados enfrentamientos. Por lo pronto, se ha anunciado una demanda y la posible detención de Netanyahu, primer ministro israelí (https://youtu.be/6ST5-YGQiA4?si=Y2JOEy9JaGTEuXD6); mientras que, en el caso de Putin, la corte Penal Internacional emitió ya una orden de arresto por crímenes de guerra (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-64994207). Tristemente, las leyes de reclutamiento “legal” obligan a ciudadanos que no están de acuerdo con el conflicto, a participar en las maniobras militares, como puede verse en este breve video en donde se obliga a participar a niños JAREDIM que son conscriptos contra su voluntad (https://youtube.com/shorts/NZt_yjj2JVM?si=PCdgBnqvmSzLt6Yv). Para este grupo ultraortodoxo, “cualquier intento autónomo de crear un estado es una rebelión contra Dios y una provocación contra los pueblos gentiles”, según señala Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Juda%C3%ADsmo_ultraortodoxo).

Mientras tanto, las Organización de las Naciones Unidas (ONU) resaltan que estos enfrentamientos entre ejércitos, pero también discursivas y las manifestaciones que les acompañan, son contexto para agredir a los periodistas que cubren estos acontecimientos. Tanto los periodistas que están cerca de los combates armados, como aquellos que están cerca de las manifestaciones en pro o en contra de las guerras, se convierten en personas vulnerables. A las agresiones entre ejércitos y de éstos a los civiles se suman las agresiones contra periodistas en el mundo. …La ONU enfatiza también que la violencia aumenta durante las elecciones, periodos en que se enfrentan diferentes visiones políticas respecto a cómo y quién debe gobernar (https://news.un.org/es/story/2023/11/1525397).

México no es la excepción en cuanto a beligerancia dirigida en contra de los periodistas, como se documenta recientemente (https://www.youtube.com/live/YoJUxNn3nIg?si=brclvOsniS20B85J).

En su reciente libro, CUCHILLO (2024), Salman Rushdie (nacido en 1947) narra cómo, cuando comenzaba una conferencia en agosto de 2022 con el tema de la importancia de mantener a los escritores a salvo de todo riesgo, fue atacado por un hombre que blandía un cuchillo. Ese sujeto “no se molestó en informarse acerca del hombre que había decidido matar”, señala Rushdie. Muy probablemente sucede así en la mayor parte, si no es que en todos, los enfrentamientos entre ejércitos y en los asesinatos masivos o individuales. Los individuos que encarnan a las partes en conflicto no saben a quiénes están a punto de matar, ni sus historias ni condiciones y afanes.

De manera paralela, los casos de personas desaparecidas y agredidas en el mundo y en nuestro país no necesariamente conllevan una hostilidad por razones personales. Las personas desaparecidas o desplazadas dentro o más allá del territorio en el que se les reconoce ciudadanía no son objeto de agresiones por razones personales, aunque podría darse el caso, pero en general se trata de condiciones de agresión en contra de personas que tienen la “mala suerte” de poseer determinadas características que las convierten en blancos de la agresión de la delincuencia organizada o de ejércitos preparados para cerrar los ojos a las características específicas de las poblaciones a las que atacan o a las que amenazan. Cabe preguntarse si los gobiernos o quienes aspiran o ocupar puestos en regímenes del mundo se plantean la protección de personas vulnerables. Ciertamente, la beligerancia entre grupos no se limita a las guerras formalmente declaradas o reconocidas como agresiones o defensas. Y tampoco son igualmente documentados u oportunamente visibilizadas esas agresiones, como se colige de los registros de desplazados en el mundo (https://news.un.org/es/story/2023/10/1524752#:~:text=La%20Agencia%20de%20la%20ONU%20para%20los%20Refugiados%20(ACNUR)%20informó,la%20escala%20requerida%20por%20las) y en México (https://www.acnur.org/mx/sites/es-mx/files/2024-02/Bolet%C3%ADn%20Desplazamiento%20Interno%20-%20Primer%20Semestre%202023%20-%20%20ACNUR%201.pdf) 2023.

 

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*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Alicia Glez.
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    Interesante análisis, Dr. Rodolfo. Parece que la falta de credibilidad en las instituciones y la facilidad para intercambiar ideas, han llevado a los jóvenes a tomar decisiones por su propia cuenta.

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