Barbie 60
Jorge Valencia*
En 1959 se lanzó al mercado la primera muñeca Barbie. Obtuvo su nombre de la hija de su creadora (queda duda qué hubiera pasado si la niña se llamara Clodomira).
Rubia, piel blanca, grandes ojos azules, nariz respingada, cuerpo curvilíneo…, es el prototipo de belleza de la era atómica. Más allá de aptitudes intelectuales o éxito profesional, el ideal femenino que la muñeca quiso simbolizar fue el de ser bonita. Millones de niñas en el mundo recibieron una Barbie como un sino tácito, ambicioso, inalcanzable. Ser bonita significaba ser rubia, tener los ojos azules…
Antes de Barbie no había muñecas. No así. Las niñas jugaban con falsos bebés, carriolas y mamilas. Su antecedente es la alemana Bild Lilli, que también compraban los adultos y los niños. El desprestigio de la maternidad que acarreó la posguerra, abrió la posibilidad para que las niñas nutrieran otros sueños. Los de los merecimientos estéticos y la puerilidad de esposa-trofeo.
Ruth Handler y la empresa Mattel se adaptaron a la evolución histórica. Aparecieron Barbies de diferentes orígenes étnicos y aspiraciones vocacionales. Barbie médica, Barbie presidenta… Incluso una Barbie afroamericana de nombre Christie y una Frida Kahlo que no gozó de la simpatía de nadie, ni siquiera de las niñas mexicanas, por su aparente deficiencia de manufactura. Quizá el mayor mérito de Barbie haya sido haber tenido un hijo con Ken, su pareja fantástica que Mattel tuvo el tino de procrear.
Barbie y Ken fundaron una casa con las comodidades ultramodernas, un coche y un perro.
Sujeta de críticas y acusaciones de fetichismo, Barbie ensanchó su estómago y disminuyó sus pechos. En los países islámicos, aún es un objeto prohibido por considerarse contraria a los valores de la fe.
Ruth Handler y su esposo afirman que cada segundo se venden 3 Barbies en el mundo.
En 1971, Barbie aprendió a ver de frente. En su origen, su mirada era diagonalmente sensual, al estilo Rita Hayworth y el canon hollywoodense.
Una vez emancipada, Barbie se divorció de Ken. Ejecutó el habla a través de mecanismos fonéticos intrincados. También practicó la videograbación mediante una cámara instalada en su osamenta plástica que sin embargo fue motivo de escarnio por temor a un mal uso pederasta.
A la edad de 60 años, asombra el garbo y la facilidad que tiene para generar escándalo. Es el precio de un cuerpo como el suyo y una banalidad a prueba de todo. Mattel argumenta los aprendizajes para la adultez que la muñeca provoca en las niñas. Si eso han aprendido tantas generaciones de niñas occidentales, algo del fracaso de la humanidad debe adeudarse parcialmente a la tonificada Barbie: la obsesión por la juventud, la belleza como principal virtud y la psicopatía para ejercer la ternura sobre un objeto inanimado. ¡Felices 60!
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]