¿Aún son importantes las calificaciones?
Marco Antonio González Villa*
La pregunta no la planteo desde el punto de vista de la escuela, es claro que administrativamente son necesarias todavía; está dirigida entonces a pensar el peso que tienen, si todavía lo tienen, socialmente. De igual manera es importante señalar que hago referencia a la calificación como número específicamente.
Es un hecho que, desde lo familiar, siempre representarán un motivo de orgullo para las figuras parentales y otros miembros, sobre todo cuando, en cualquiera de los niveles formativos, se reciben diplomas o reconocimientos, delante del grupo o toda la escuela, en ceremonias u reuniones escolares, así como también pueden ser motivo de enojo o preocupación cuando el número obtenido demuestra un desempeño poco comprometido.
Dejando de lado entonces el tema familiar, la calificación obtenida en la escuela ha dejado de ser relevante, pese a que se diga otra cosa o se quiera promover otra idea. En diferentes países, básicamente de primer mundo, se promueve un ambiente de competitividad entre los estudiantes en donde los mejores desempeños, en calificación, empiezan a llamar la atención de diferentes empresas o fundaciones que les ofrecen trabajo o becas, basados en la premisa de apoyar y captar “a los mejores talentos intelectuales”, buscando tener, posteriormente, un beneficio mutuo.
Pero en México el número obtenido en la calificación ha empezado a ser irrelevante, lo cual se ha convertido en un factor que promueve la falta de compromiso en el desempeño escolar: prácticamente ninguna empresa, o muy pocas, toman este criterio como un elemento importante en la contratación de una persona, pese a que pudiera ser tomado como un signo de responsabilidad en el caso de los promedios altos. Por tanto, tener calificaciones altas pude ser un dato irrelevante para la mayoría de las empresas; las calificaciones altas tampoco garantizan el ingreso a Universidades o a otras escuelas
Aunado a lo anterior, la idea de “contar con una palanca” o “alguien que eche la mano” o simplemente el nepotismo reditúa más en el ámbito laboral, por lo que alguien que tenga calificaciones bajas puede obtener un mejor empleo que alguien que tenga calificaciones altas, pero no cuenta con alguien que le pueda dar una ayuda. Mención aparte merecen los compromisos políticos, que van otorgando mejores puestos y empleos no a personas con un historial académico sobresaliente, sino a aquellos que estén dispuestos a apoyar, como se les pida, a un partido político. Para colmo, hay personas que obtuvieron buenas calificaciones y se encuentran en situación de desempleo o en trabajos poco remunerados, lo cual es socialmente sabido.
Con base en lo previamente referido, podemos establecer que las calificaciones sólo tienen relevancia y sentido puertas adentro de las instituciones escolares, pero más allá de la puerta de salida se vuelve un dato completamente irrelevante. Pensando en la imposibilidad de reprobar y en la encomienda de inflar sutilmente las calificaciones para reportar incrementos en la aprobación y el aprovechamiento, nos regresa a la pregunta de inicio haciéndole una pequeña variación ¿de verdad sirven de algo las calificaciones? Probablemente con el tiempo, dada su irrelevancia, se modifique la forma de asignar una calificación y sólo se brinde la categoría de “Aprobado”, sin ningún número, para no generar clasificaciones o etiquetas entre los y las estudiantes. Vale la pena pensarlo ¿o no? espero entonces la calificación de este texto, gracias.
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]