Aprendizajes del ejercicio de Revocación de Mandato

 en Rafael Lucero Ortiz

Rafael Lucero Ortiz*

Las historias de las luchas ciudadanas tienen corta memoria. Por lo general, vive en el recuerdo de sus protagonistas. Es posible que por ello pocos tengan memoria de que el IFE, hoy INE, fue resultado de la lucha ciudadana, después del fraude electoral de 1988 del sistema de partido de Estado, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, contra el candidato del Frente Democrático Nacional, ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Igualmente pocos conocen que las figuras de democracia directa: el plebiscito, referéndum, revocación de mandato, iniciativa popular y consulta popular, son pate de la lucha ciudadana, encabezada por Alianza Cívica, después del fatídico asesinato de Luis Donaldo Colosio, el año de 1994. Las figuras de democracia directa han logrado año con año, algún reglón en el texto constitucional y mañosamente miles de obstáculos en las leyes secundarias para hacerlas imposibles. La última de éstas es la Revocación de Mandato, que este domingo, fue votada en uno u otro sentido, en ejercicio constitucional por 16 millones de mexicanas y mexicanos, tras intensas discusiones ociosas y tormentas de memes y descalificaciones del presidente y de los ciudadanos dispuestos a ejercer su derecho. El calificativo de ocioso no es insulto, sino un adjetivo argumentado en el principio de que los derechos constitucionales se ejercen, más cuando estos se logran por luchas ciudadanas, y las obligaciones ciudadanas se cumplen, para convivir a plenitud en democracia.
El cierto que el Consejo General del INE, en su trayectoria se ha desvirtuado y del origen ciudadanizado ya no queda ni el recuerdo. Hoy sus consejeros no pelean por ser garantes de procesos electorales limpios, sino por su estatus de confort, sueldos y prestaciones. Es lo que temen perder y es lo que necesitamos como ciudadanos reinventar. La democracia no es viable con un órgano parcial y caro, estas situaciones nos llevan a cuando las elecciones las organizaba la Secretaría de Gobernación.
Las condiciones en las que ejercimos por primera vez el derecho ciudadano de Revocación de Mandato, no permitió un ambiente festivo abierto, a pesar de que en un contexto de múltiples limitaciones de apresuramientos, incumplimientos inconstitucionales, obstáculos de calendario –¿a quién se le ocurre empalmar la fecha de un ejercicio electoral, con el primer domingo de vacaciones?–. Quien haya sido, la intención es franca: que importa, que vacacionen aunque no voten. Con el número de casillas el INE se puso a sí mismo, un bicornuto: si con un tercio de casillas, presume que las boletas estuvieron al alcance de toda la población, independientemente de las denuncias de las poblaciones indígenas, ¿entonces para que necesitamos los otros dos tercios en las elecciones constitucionales?
En las condiciones dadas, como ejercicio es válido tomar los resultados, correspondientes al voto de un tercio de la población y hacer la proyección a la participación total de la población para darnos cuenta de que el ejercicio valió la pena y es en términos relativos a las condiciones dadas, un éxito. Y más exitoso podemos hacerlo, si valoramos que ya tenemos a partir de 2019, un derecho que nos permite ejercer el Art. 39 constitucional: “La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instruye para el beneficio de éste. El pueblo tiene en todo momento el derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
Ya podemos liberarnos de un mal presidente a la mitad de su mandato. Un mal presidente hace mucho daño en seis años, es muy sano que los ciudadanos podamos legalmente despedirlo a la mitad de su mandato. Si la revocación de mandato hubiese existido desde la administración de Díaz Ordaz, me temo que pocos presidentes habrían terminado su período.
Sin embargo, tenemos que impulsar modificaciones a la normatividad secundaria para darle mayor viabilidad a menor costo. Una posibilidad es agregar un boleta para votar la revocación en las elecciones intermedias, que fue la primera propuesta presidencial y que la oposición la rechazó, por el claro temor de que se diera otro tsunami electoral.
Para ningún de los promotores de las figuras de democracia directa, éstas se han logrado en ambiente festivo. Ésta no fue la excepción y me recuerda otra lucha que dimos por el rescate de un pozo de agua caliente que se apropió un fraccionador vecino de una colonia popular, dejándola sin agua. El funcionario público del Sistema de Agua y Alcantarillado, nos despachó con un anuncio: “tendrán agua en dos semanas, los conectaremos a la red pública.” Y a la pregunta de ¿y nuestro pozo de agua caliente qué? El cínico funcionario público, sin ser mentira, pero si despojo nos dijo: “les estoy cumpliendo con el derecho al agua que ustedes alegan. No estoy obligado a darles agua caliente”, con el cumplimiento del derecho a agua culminó el despojo del pozo de agua caliente que la colonia había disfrutado por treinta años. Los derechos logrados, vigentes, exigen siempre de la vigilancia ciudadana. Vigilemos al INE y la configuración de su Consejos y de su personal de “Servicio profesional de carrera”, igualmente viciado. Impulsemos la normatividad operativa de las figuras de democracia directa, de modo que se puedan ejercer.

*Maestro en sociología. Analista y consultor independiente. rlucero1951@gmail.com

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