Aprender es educación

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Si preguntamos a los maestros y a maestras de cualquier grado y nivel educativo cuál es la cuestión esencial de la educación, seguramente más del 80% de los cuestionados dirán que lo esencial es que el estudiante aprenda. Habrá otras respuestas parecidas a aspectos tales como estar preparado para la vida, aprender a comportarse entre y con las personas y otros semejantes.
Aprender es un verbo con diversos significados si preguntamos a diferentes grupos de personas. Entre estudiantes de grados inferiores, quizá signifique aprender como “responder lo que quiere el maestro/a cuando pregunta”, pues ponen en el enseñante el centro de sus preocupaciones. Estudiantes de educación media quizá responden a la cuestión con una variante: aprender es entender lo que nos enseña el profesor/a. Al incorporar el entender, su entender, esos estudiantes han incorporado a la enseñanza del profesor/a su propio entendimiento.
Si ahora nos imaginamos qué dirán los estudiantes universitarios cuando se les interrogue por lo esencial del aprender, añadirán al entender algo semejante a “saber cómo aplicar en la práctica aquello que nos explican en la clase”, pues en la universidad una mayoría de estudiantes ya piensa en el trabajo y ocupación que le interesa conseguir al “salir” de la escuela.
Con distintos significados, los estudiantes refieren la esencia del aprender como “saber” algo para conseguir otro “algo”. Puede ser conseguir que el maestro/a esté contento/a con sus respuestas. O puede ser demostrarle al maestro que “entendió” algo referente a lo estudiado. Más adelante ya se añade el significado de aprender como algo útil para “trabajar” profesionalmente.
Repetir, entender y aplicar acompañan al aprender en ese larguísimo camino de quince años del proceso fijado para la educación obligatoria. ¿Se puede acortar? ¿Al contrario, se debe alargar? ¿Importa el tiempo o el aprendizaje logrado? ¿La esencia está en “aprender a aprender”, pues la vida es dinámica pura y lo de hoy, mañana ya no se usa, aplica o piensa? ¿Aprendemos solos o necesitamos al maestro/a que nos diga, nos enseñe cómo, cuándo y qué aprender?
Esa trilogía de repetir, entender y aplicar implica, en su sencillez, el imperativo de “estar aprendiendo” en todo momento. A ratos aprendiendo a defendernos de aprender “novedades” y en otros ratos aprendiendo a partir de poner en práctica un aprendizaje ya adquirido y aplicado, el cual nos obliga a aprender algo nuevo como resultado de contactar con las “novedades” encontradas al aplicar lo que suponíamos inmóvil o imperturbable. Es decir, aprendiendo a aprender, aprendiendo a aplicar lo aprendido, aprendiendo las novedades que surgen de la realidad cuando usamos lo que creíamos un aprendizaje estático. Así, enriquecemos y depuramos nuestros significados.
Ese enriquecimiento o depuración es lo que llamamos conocimiento. Cuando decimos “conozco (o no) a esa persona” estamos aplicando nuestro aprendizaje sobre las acciones de la persona, los dichos de la persona, lo que otros dicen de esa persona, lo que pienso de su obrar y de sus virtudes y vicios. Así, ya conozco a tal persona o grupo de personas. Y por tanto, puedo decir que estoy y soy una persona educada para conocer y aplicar ese conocimiento en la vida cotidiana, de trabajo, de diversión y descanso. Aprendí, aprendo, estoy aprendiendo, conozco, soy educado.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]

Comentarios
  • Luis Manuel
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    Exacto, la mayoría de padres comentan que en la escuela se aprende y no se preparan para la vida. Muchas gracias

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