Aprender a educarnos

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Educar es una acción constituida, en la práctica, por la mayoría de los elementos con los cuales se compone la vida humana. Es así, pues las personas venimos a este mundo con desconocimiento del qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué del mundo al cual arribamos sin noticia previa y sin voluntad propia de llegar a este “valle de lágrimas”, como gustaba a un profesor decir cuando los estudiantes demostrábamos ignorancias graves, después de recibir sendas clases del maestro.
Enterarnos de nosotros, del mundo y de los demás humanos es nuestra tarea desde el minuto uno. Por eso requerimos de muchos ayudantes, educadores se dice, para comprender a dónde llegamos y cómo se hace para vivir y sobrevivir en este lugar. Cada uno tiene un trabajo, si bien llamado de modo genérico “aprendizaje”, en realidad son muchos modos según para dónde estoy interesado. Pueden ser múltiples y numerosos intereses y múltiples modos de “educarme”, es decir, conocer y comprender cada aspecto por el cual me interese.
Quizá nuestro primer aprendizaje es la sensación de hambre, la cual mucho antes de ponerle nombre y de conocer los elementos con los cuales se compone esa hambre, de sentir, al chupar el biberón (o el pecho de la madre) y aprendo cómo se reduce ese sentir hambre, y digo, sin decirlo, ya acabé de comer. En otros estudios se propone como primer aprendizaje el de sentir necesidad de la presencia de alguien cariñoso, aunque no sepa qué es cariñoso y qué es presencia.
Y así aprendo: al notar la ausencia tengo tal reacción que me pongo a llorar y una vez que aparece la figura–persona que siento, ya no lloro, sino sonrío. Sentir hambre, soledad y sus satisfactores, chupar leche por la boca, ver con los ojos la figura esperada. Pasarán años antes de saber que esos comportamientos primeros son aprendizajes y en conjunto son parte de mi educación, por lo cual voy siendo una persona educada.
Esas primeras experiencias educativas sustentan el decirnos “somos personas educadas” y mientras más experiencias semejantes y desde luego más complejas podemos decirnos “somos personas con conocimientos de… somos capaces de usarlos para… y cuando algún suceso o fenómeno nos desconcierta sabemos cómo hacer para aprender lo necesario y abandonar el desconcierto”. En este mundo moderno, llegamos a esas certezas por lo que llamamos “educación”. Con esa acción (educación es acción) sentimos los desconciertos (no sé de tal y cual), lo que necesitamos saber y sabemos buscarlo hasta encontrarlo, pues en ese lugar llamado “escuela” nos ayudaron a aprender cómo, cuándo, dónde, con quién, porqué y para qué alcanzar aquellos aprendizajes para volver a sentirnos en concierto, educados en esos nuevos aspectos de la vida, los cuales nos retan a estudiar, leer, preguntar, consultar, revisar antecedentes, aprender métodos, metodologías y reconocer la ciencia para distinguirla de la política y de la charlatanería.
Aprender a aprender, a lograr aprendizajes nuevos y válidos, y aplicarlos es la meta.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

Deja un comentario

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar