Apatía y complicidad

 en Yolanda Feria Cuevas

Yolanda Feria-Cuevas*

Existen situaciones contra las que es necesario inconformarse, que no debemos permitir y a las que nunca deberíamos de acostumbrarnos. La imposición, la falta de diálogo, las prácticas no democráticas, el no respeto a los derechos humanos, la corrupción y la violencia, por citar algunas. Estos fenómenos se han ido convirtiendo en parte de la cotidianidad por lo que cada vez causan menos indignación y por lo tanto menos participación activa en contra de los mismos.
Ante la frecuencia de situaciones injustas y violentas, aderezadas con represión y miedo, la sociedad se va convirtiendo en un mero espectador, es decir, un ente para quien el compromiso y la responsabilidad con la realidad se vuelven una opción, esta postura la va haciendo indiferente y cómplice de dichas situaciones, ya que la indiferencia lleva consigo una actitud omisa que no solo consiste en no actuar sino que se convierte en una acción en sí misma.
La represión ha sido sistemática en contra de los medios de comunicación, marcando línea, distorsionando la información, desapareciendo noticieros y matando reporteros. Ahora la represión va contra los maestros, pilar fundamental del sistema educativo. Sistema imprescindible para el desarrollo de los países, de máxima importancia para el bienestar social y necesario para una buena calidad de vida.
El conflicto que se vive actualmente en este sector no es nuevo, y más allá de la propuesta y de la defensa de una educación digna para nuestro país, el “estira y afloja” tiene tintes meramente políticos. Si el gobierno está realmente interesado en ofrecer un sistema educativo de primer nivel, debería atender las necesidades de dicho sector, que además de corresponderle como órgano ejecutivo, están a su alcance. Existen muchísimas escuelas, principalmente en zonas rurales e indígenas, que carecen de las necesidades mínimas para el proceso de enseñanza-aprendizaje en cuanto a infraestructura, material didáctico e insumos. Si bien la capacitación y la evaluación de los profesores es una obligación para los docentes y un derecho para los estudiantes, ¿con qué autoridad moral pretende el sistema gubernamental realizar dicha evaluación?
En lo que nos corresponde como profesores, como padres y como ciudadanos, promovamos en los jóvenes la inquietud por estar informados y fomentemos el pensamiento crítico. No permitamos que la juventud, ni nosotros mismos, seamos simples espectadores ya que esa actitud nos convierte en cómplices de la situación y nos encamina a ser personajes conformistas, y bajo estas condiciones no es posible conformar una sociedad equitativa ni un país desarrollado que promueva la calidad de vida que nos merecemos y a la que tenemos derecho.

*Profesora-investigadora del Cucba de la UdeG. yolanda.cucba@gmail.com

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