Algunos saberes de El Principito

 en Verónica Vázquez

Verónica Vázquez Escalante*

En abril de 1943 el francés Antoine de Saint-Exupéry publicó el libro intitulado “El Principito”.
Varios lo leímos porque era una tarea y había que cumplir la encomienda; hubo quien lo leyó por puro gusto. Recuerdo haber tenido el libro en mis manos y por el título, suponer que era un cuento para niños. La dedicatoria me arrancó una sonrisa, ahora con la experiencia, los años y el querer entender tan compleja novela, aún la disfruto.
Varios párrafos de El Principito son dignos de rescatarse y aunque no pretendo hacer una reseña, deseo considerar algunas ideas que aún 75 años después son válidas. En realidad, lo que se dice y se hace en un escrito vehemente, tiene fuerza para dejar huella en los lectores. La prueba la tenemos al leer y sustentar argumentos con textos, que por ejemplo, fueron escritos hace más de dos mil años como es el valor de la Filosofía, (hago alusión respetuosamente y guardando las respectivas dimensiones).
Ya que, El Principito es un personaje auténticamente “niño” con necesidades e inquietudes propias de su ser. Vive en un planeta pequeño, donde su cordero no puede ir lejos. Sin embargo, lo tiene en una cajita que a la vez, es casa. Él viene de un lugar muy chico y su viaje lo ha traído a un planeta enorme, difícilmente calcula las extensiones. Nunca será igual que desenvolverse en su entorno. Un bello atardecer, me hace desear ser El Principito quien dice que una vez vio en su planeta, la puesta de sol 43 veces, solo le bastaba con arrastrar su silla.
Él quiere que lo entiendan y lo comprendan porque sabe perfectamente que los adultos no se interesarán por captar sus razones. Ahora tiene un cordero para que se coma la plaga de plantas en su planeta, sin embargo, se cuestiona –¿el cordero también come flores?– Recordemos que su flor, una rosa única en el mundo, era el vínculo de él a lo externo, a lo afectivo y se atreve a sentir cariño.
El Principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él, además surgió otro personaje que después sería su amigo, un zorro que desea ser domesticado por Él.
El zorro le enseñó que ahora era responsable para siempre de lo que había domesticado y le dijo: –Tú eres responsable de tu rosa además–, otra reflexión es pensar –los ojos son ciegos, hay que buscar con el corazón–. El Principito se sorprende cuando llega a un planeta donde ingieren cápsulas para ahorrar tiempo en tomar agua y le dicen –según los expertos ahorras 53 minutos a la semana– El Principito pregunta: ¿y qué haces con 53 minutos? –Lo que quieras– ¿usted qué haría?

*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. veve30@hotmail.com

Comentarios
  • MARCO ANTONIO GONZÁLEZ VILLA

    Un texto realmente digno de resaltar y precisamente con líneas y metáforas alusivas a problemas en México. La rosa como metáfora de los hijos deseados y amados, así como el 43 y Ayotzinapa, que ya no tendrán puestas de sol.. Gracias por la lectura sugerida, un clásico vigente

    • Verónica Vázquez-Escalante

      Aplaudo el hecho de vincular la lectura con la realidad actual. Gracias por su comentario

  • Frank

    Buenas días, completamente de acuerdo Doctora, los educadores tendremos que tener siempre en cuenta que los ojo son ciegos, el reto es observar con el corazón ya que todos los seres humanos nunca dejamos de ser niños, le mando un fuerte abrazo.

    • Verónica Vázquez-Escalante

      Me da gusto que su sensibilidad le permita recordar que en realidad nunca dejamos de ser niños. Felicidades y gracias

  • Julieta Perez Fernández

    Definitivamente quien leyó El Principito, queda cautivo por la ternura del personaje que anda en búsqueda en un mundo que no puede manejar. La amada rosa viene en un momento dado a ser una carga…en fin también digo: se tiene que crecer para disfrutarlo pues sus relatos se presentan lo largo de nuestras vidas. MB Doctora…???

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