Jean Piaget: entre la humildad y la sabiduría
Marco Antonio González Villa*
Uno podría pensar que la rigidez con la que su madre lo educaba fue lo que determinó su gran capacidad de trabajo, pero eso fue sólo uno de los factores. Desde niño mostró, como muchos otros genios, una gran facilidad para aprender y un gran manejo del lenguaje, lo que ya dejaba ver la persona que llegaría a ser para el mundo.
Tuvo la fortuna de vivir en un momento histórico importante para el desarrollo de las ciencias Psi (Psicología, Psicoanálisis, Psicopedagogía), por lo que pude compartir momentos e ideas con otros teóricos de la talla de Freud y Vygotski. De hecho, con estos dos autores tendrá paralelismos que le ayudaron a ser un teórico destacado. Curiosamente, los tres provenían originalmente de otros campos disciplinares y la vida los llevo a vincularse con el campo de lo psicológico, en donde realizaron aportaciones que, a la fecha, se acepte o no, se conozcan o no, siguen vigentes.
Y es precisamente en su interacción con ellos que se hizo patente su grandeza y su ejemplo de vida. Mantuvo con Freud y Vygotski una relación tensa con relación a lo teórico, lo que propició que las críticas fueran una constante en su relación. Sin embargo, Piaget tuvo la fortuna de ser más longevo y el poder llegar más allá de la segunda mitad del siglo XX, lo que favoreció que pudiera tener acceso a más información y formación.
El tiempo, definitivamente, le enseñó a ser humilde y sabio. Pese a tener experiencias que fueron poco afortunadas con el Psicoanálisis, área en la que se formó, y con Freud, específicamente, en varias de sus obras tiene la humildad de hacer referencia a esta teoría con la que, por encima de cualquier malestar, encontró paralelismos y fue un referente relativamente constante. De hecho, resalta el reconocimiento que hizo a la obra de Jung y el apoyarse en las aportaciones de Sabina Spielrein como ejemplo de la cercanía teórica.
Con Vygotski, su contemporáneo, nacieron en el mismo año, por cierto, las críticas que recibió fueron más directas; no obstante, tuvo la humildad de escribir un Apéndice para la obra cumbre del teórico ruso “Pensamiento y Lenguaje” en la que se defiende por momentos, pero también reconoce y acepta limitaciones, teóricas y epistemológicas, que tuvo al momento de escribir varias de sus obras. Igualmente, resalta más los puntos en común y las coincidencias que hubo entre ellos. Uno puede advertir claramente la influencia que dejó Vygotski en él, lo cual fue permeando y ampliando la mirada de su perspectiva teórica.
Lejos de centrarme en las diferencias conceptuales y epistémicas, quiero enfatizar nuevamente en su capacidad de seguir aprendiendo con el paso de los años, aún en la vejez, y dejar de lado toda soberbia, que lo pudo haber obnubilado por el reconocimiento que ya poseía en la escena internacional, pero que dejó de lado para seguir aceptando las aportaciones de otros teóricos y así enriquecer su mirada. Hay gente en México que, con menos prestigio y reconocimiento, considera que su visión está por encima de cualquier otra y se considera a sí mismo como vaca sagrada.
Sea pues Piaget un ejemplo para nunca dejar de aprender y tener la humildad de cambiar cuando la vida, o la teoría, así nos lo demande. Generó ciencia desde la niñez hasta el tiempo de su vejez, dejando en claro que el saber no tiene edad, sino actitud. Fue grande ¿no?
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]