El aguinaldo

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

El aguinaldo es un premio a la fidelidad laboral. Un paliativo por el afecto hacia una empresa que no nos pertenece. Y un derecho que los trabajadores conquistaron con el fin de reactivar la economía y celebrar navidad.

Se da en diciembre para gastos que la mercadotecnia epifánica ha premeditado con sobrado tino. El que no gasta no quiere. Y todos queremos en navidad. Hasta el más aborrecido merece una botella de vino comprada en Oxxo.

La navidad sólo se disfruta con deudas. El padre de familia lo gasta en regalos, en cena para quince personas, suéteres por si acaso y remodelaciones menores de la casa.

Los bien organizados pagan las vacaciones a Piedras Negras. Ahí gastan su aguinaldo en regalos y el viaje, incluida la afinación mayor del Chevrolet genérico.

Los más prácticos guardan el aguinaldo para pagar el seguro del coche. O para darlo de enganche de uno más nuevo, con el que podrán perpetuar su deuda otros cinco años.

El aguinaldo renueva las ilusiones, satisface las convicciones y purifica los hartazgos. El día que se recibe, se aprecia como nunca a los compañeros del trabajo y al repetitivo quehacer que sólo conduce a la vejez. Y al enriquecimiento de otro. El patrón se avizora como una persona generosa y el mundo resulta un lugar más tibio.

Una parte del aguinaldo sirve para simular nieve. Para clavar un Santaclós en la fachada y ambientar la sala a 35 grados con una chimenea recién desazolvada. Un pino cultivado en granja y focos desenredados con el tesón de un año de mal humor. Los niños piden una autopista sin cables y las niñas una muñeca que defeca. La abuela, su dentadura. Una licuadora milagrosa para economizar jugos y un tapete mullido para el perro.

El aguinaldo es la navidad. La sensación de ganar más y de ser mejor tratado.

Los solteros convierten su aguinaldo en una pantalla plana, en una chamarra de la marca del cocodrilo o en el i-Phone con más “gigas”. Un “X-Box”. Los tenis de Lebron James o la camisa de Lionel Messi.

El Ayuntamiento nos desea feliz navidad y nos orienta el rumbo del aguinaldo con la renovación del predial, la presencia oportuna del recibo del SIAPA y el refrendo vehicular con multas no cometidas pero que nadie tiene los riñones para reclamar.

El aguinaldo es un vale para ser querido. Un abono a la autoestima. Un sobrante que siempre falta. La reconciliación con el destino (volátil, pertinente, intempestiva). La fe en el género humano, la esperanza de un mejor futuro. El aguinaldo significa las cosas que no tenemos. La recompensa merecida. La certeza de que un año cuestarriba (las levantadas temprano, las malpasadas, el soporte de lo absurdo…) está justificado.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar