El funcionamiento del Consejo Técnico Escolar (CTE), ¿instancia para construir colectivamente o para legitimar la política pública?
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
En el período en el que la maestra Alba Martínez Olivé fue sub-secretaria de Educación Básica de la SEP, tuvo la iniciativa de instalar de nueva cuenta los consejos técnicos escolares o consejos de escuela como se les llama en otro lugar, para ello se destinaron los últimos vienes de cada mes como fechas dispuestos como jornada de trabajo, se hizo un ajuste en el calendario escolar y se creó una agenda nacional de trabajo. Bajo una lógica de trabajo de detección de problemáticas, de necesidades, diseño, operación y evaluación de ruta de mejora, el criterio que reforzaba esta medida era a partir de poner en juego tres supuestos básicos:
a) Darle una mayor y mejor autonomía a las escuelas de tal manera que sean capaces de llegar a acuerdos colectivos y desplegar proyectos para la mejora de la escuela.
b) Legitimar la figura de los directores de las escuelas como líderes académicos de las mismas los cuales serían capaces de sacar adelante un proyecto de largo aliento.
c) Vincular el proyecto de la escuela a las necesidades educativas del entorno, reforzar la lectura, escritura y las matemáticas como asignaturas básicas, atender las necesidades de aprendizaje de alumnos y alumnas en condición de rezago e incrementar las fortalezas de cada institución, etcétera.
En el papel la propuesta parecía interesante, a partir de la corta experiencia acumulada y a reserva de generar trabajos de investigación serios en este sentido, se presentaron un par de fenómenos desfavorables que fueron desvirtuando la propuesta original:
• Carecemos de una cultura de construcción colectiva y de un estilo de trabajo que involucre a los docentes a trabajar de manera colaborativa, de incluir visiones de otros que están en posiciones diferentes, y no siempre el directivo es el líder real de cada institución.
• Al interior de los consejos técnicos se comenzó a reproducir el esquema autoritario que prevalece en el sistema, se olvidó la autonomía y los pocos intentos de autogestión fueron sustituidos por directrices nacionales, prescriptivas (obligatorias), que olvidaron el respeto a la singularidad de cada escuela y su contexto.
Hoy al interior de los consejos técnicos se vive una parálisis académica y una tendencia sobre burocrática de pensar y sacar adelante la tarea. Se ratificó para este año los espacios de los viernes últimos de cada mes como espacios exclusivos al trabajo de la institución, pero se obliga a los docentes a reproducir un esquilma arriba–debajo de la gestión institucional. El fracaso en este rubro también está asegurado.
Aunque a diferencia de otras muchas cosas, aquí hay pequeñas fisuras e intersticios de acción, los espacios de autonomía real deben ser aprovechados para gestionar verdaderos proyectos de acción y participación, al margen de los lineamientos marcadas o impuestos desde la SEP. Es obvio pensar que la tarea no es sencilla, hay que deslindarse de los tentáculos oficiales y desplegar verdaderas iniciativas alternativas, ¿a qué nos lleva esto? A que las escuelas se apropien verdaderamente de su destino educativo. Esto no es sencillo, pero si es profundamente gratificante.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]
ES IMPORTANTE QUE NO SE ETIQUETE LA GENERALIDAD DE LOS CONSEJOS TÉCNICOS ESCOLARES, DEBIDO A QUE CADA UNO ES MUY DIVERSO, TIENEN IMPLICACIONES COMPLEJAS, EXISTEN VENTAJAS Y DESVENTAJAS. ES MUY PRONTO PARA ASEGURAR EL FRACASO DEL CONSEJO TÉCNICO ESCOLAR PORQUE AÚN FALTA MUCHO POR HACER, PERO SIN DUDA ALGUNA ESTAMOS TRABAJANDO EN ELLO ARDUAMENTE, VAMOS EN PROCESO…
ciertamente, construir en colectivo ideas fundamentadas, es una tarea compleja y ardúa, no siempre es fácil lograrlo, ya que se requiere de constancia, perseverancia y conocimiento científico. Estamos en un proceso para lograr cambios significativos en el CTE, ya que hay quienes con entusiasmo y dedicación hacemos nuestro trabajo pensando en los niños, en los alumnos, aportando acciones en beneficio del aprendizaje de ellos. El tiempo otorgado al CTE es realmente corto para analizar de manera profunda los contenidos. Sin embargo la revisión que se realiza hacia el interior de estos espacios colegiados colaboran a fijar la atención en situaciones que están latentes en las escuelas y se les atiende al ser nombradas, analizadas, detectadas por el grupo de maestros, pues estos momentos de reunión son momentos de intercambio e interacción profesional entre docentes.