Apodos II

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Nada sería de los acosadores sin la habilidad innata para ensartar un apodo. Éste debe tener el tino para referir los defectos (pocas veces las virtudes) de alguien, fastidiarlo y lograr que los demás lo recuerden y repitan.
Algunas veces, los apodos refieren el lugar de procedencia. Quien llegó de la Cd. de México es el “Chilango”; algunas otras no llega a gentilicio y se queda en el nombre de un lugar: el “México”, el “Atotonilco” o el “Nicaragua”. En estos casos, los apodos llevan la intención de remarcar la diferencia, decir “no eres de los nuestros”, situación que el etnocentrismo considera defecto.
A casi todos los apodos les antecede un artículo, aún tratándose de sustantivo. Su intención gramatical es subrayar que se trata de un sobrenombre. El “Bono” significa que el referido no se llama así; sólo se trata de un fan de U2. La “Yuri” supone que la interfecta se tiñe el pelo y la “Peggy” que es alta, narizona y entrometida, como la pájara que salió en tele en los años 80.
Los apodos sobresaltan un aspecto negativo de la persona. El “Gárgamel” es el iracundo. El “Charrito” está zambo, el “Clarence” (un león que salía en la serie de Tarzán, con problemas de estrabismo) está bizco y “Demóstenes” (de la pandilla de Don Gato) es tartamudo.
La mejor manera de deshacerse de un apodo es rebotarlo. Decírselo a quien lo ensarta:

• ¿Cómo estás, “Enano”?
• Bien, ¿y tú, “Enano”?

Generalmente, el apodo se origina en la envidia o la revancha. Quien mejor los distribuye es quien más rencor almacena en el alma. El que duda de su propia sexualidad endilga apodos como “Juanga”, “Ana Pavlova” (para el más serio del grupo) o “Gloria Trevi” (para el de cabello hirsuto). Quien tiene problemas de obesidad, dispara a otros un “Rotoplás”, un “Gelatina” o un “Embarazada”. Las carencias personales se subliman a través del insulto o de la sutileza del apodo. Inventado o repetido, el sobrenombre es una burla hacia otro bajo la abyección de una metáfora. El “Trajeado” declara una distancia socioeconómica o jerárquica, el “Hitler” reconoce y protesta la autoridad ejercida y la “Marylin Monroe”, un lamento ante el desprecio erótico.
En otro contexto, los amantes se inventan sobrenombres como una estrategia de posesión. Si nombrar es definir, “Mi amor” delimita la pertenencia. “Reina” obsequia una sumisión y “Osito”, una promesa de ternura táctil. A veces, el apodo en pareja subraya una virtud: decir “Ojos” es expresar un piropo suficiente; “Piernas”, “Manos”, “Pelo” no requieren adjetivos para la lisonja. La metáfora echa a andar significados diversos; el mensaje es “me gustas”. Por eso, fuera de la demarcación de los amantes, suena cursi. Mejor no escucharlo.
Un padre amoroso manifiesta todo su cariño cuando le dice a su hijo “Cachetes”, “Chaparro” o “Pitufo”. Nada hay que explicar. Únicamente ternezas.
Lo mismo para zaherir que para ensalzar, los apodos son dardos. De miel o de veneno, disparan una emoción. Una palabra es suficiente para transmitir el odio o el afecto -nunca la indiferencia- hacia el otro.
Si todas las palabras en el fondo son metáforas, los nombres propios algo tienen de misterio intrínseco. Cambiarlo por otro significa inaugurar el afecto o la antipatía, según el tono y situación con que se dice. La mejor forma del desprecio es no pronunciar un nombre.

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

Comentarios
  • Nicandro Gabriel Tavares Córdova

    Muy bueno mi muy estimado Lic. Jorge Alberto Valencia y muy “normaal” ente los mexicanos.
    ¡Felicidades!

  • Susana

    Leí los dos artículos relacionados con los apodos. Realmente interesantes y una forma atractiva de exponer los significados de los términos que por lo regular empleamos para disfrazar las emociones.
    Felicitaciones

  • Laura Luna

    Soy de su club de fans! mi admiración para usted y su pluma

  • Celia Luévanos

    Hola, Maestro Jorge, me gusta mucho leer en una revista dedicada a la educación, temas, ciertamente educativos, pero que se salen del común denominador, aunque también estos importantes: refrescan el ambiente y la mente. Gracias.

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