El genocidio: el lado oscuro de la humanidad
Marco Antonio González Villa*
La palabra genocidio, desde la etimología, es una palabra híbrida que proviene del griego “genos”, que se puede traducir como raza, tribu, estirpe, grupo genético, linaje, entre otras definiciones de carácter similar, y del latín “cidio”, proveniente del vocablo caedere, que significa cortar o matar. Así, podríamos definirlo como la muerte, destrucción o la aniquilación parcial o total de un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Pese a la idea soberbia de considerarnos como los seres racionales que poseen valores y un sentido ético, la verdad es que, de manera vergonzosa y lamentable, siempre, la historia no miente, hemos mostrado una tendencia a matar grupos de personas por diferentes motivos, pero en los que existe de fondo una reprobable e infundada idea de supuesta superioridad.
Pensando en ejemplos, hay varios: el genocidio de la población indígena en Brasil a mano de los portugueses es algo terrible, como también lo fue la atroz matanza de indígenas a cargo de los ingleses en Estados Unidos, al igual que el exterminio de población entre el siglo XIX y el XX en la isla Grande de Tierra del Fuego por parte de argentinos, chilenos y británicos priorizando sus intereses económicos y empresariales por encima de la vida de las personas. También a inicios del siglo XX, resalta el genocidio de los armenios en contra del imperio otomano. Lógicamente, se debe referir la matanza de judíos a cargo de los nazis acontecida años después durante la Segunda Guerra Mundial. En épocas más recientes, a finales del siglo XX por ejemplo, podemos referir el genocidio en Camboya en la década de los 70 y la aniquilación de la población tutsi por los hutus en Ruanda, así como los crímenes del ejército serbio en contra de los musulmanes en los 90.
Pero el siglo XXI no ha sido ajeno a este tipo de prácticas criminales y, ya con la tecnología y los medios de comunicación al alcance de todas las manos, acompañados de la vertiginosa velocidad en la que se puede compartir imágenes e información, estamos siendo testigos de la forma en que Israel busca exterminar a los palestinos, gozando de impunidad y el apoyo patético y racista de Estados Unidos y algunos europeos.
Sin importar las razones irracionales, insensibles, carentes de todo sentido humanitario, que ponen de relieve que el amor al prójimo y a los semejantes es sólo un discurso usado por muchos hipócritas, sin sustancia y sin moral, estamos viviendo uno de los momentos más bajos, oscuros y ruines de los seres humanos. Así que podemos dejar de lado cualquier sentido o fantasía de superioridad ante otros seres vivos y ubicarnos, o ubicar a varios, en nuestra cruda realidad: ni racionales, ni éticos, ni unidos. ¿Qué nos hace mejores?, ¿cómo le explicamos esto a nuestros estudiantes?, ¿cómo explicamos que la ONU no quiere o no puede detener esta matanza? Vale la pena discutir esto en las escuelas, fomentando con ello la conciencia histórica, que no nos deja bien parados. Pero ya veremos cómo cuentan la historia los asesinos “ganadores”; esperamos tener al menos derecho de réplica, ¿no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx