La diversidad: un largo y muy sinuoso camino

 In Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Hablar del abordaje y consideración de la diversidad educativa acota y limita de entrada sus posibilidades de trabajo real. Al igual que otras categorías o conceptos de estudio, la diversidad es primero social y permite señalar las diferencias que existen entre las personas centradas, principalmente en alguna variable sociocultural o en características físicas. Pensaríamos que no con un afán de establecer desigualdades, sino buscando el respeto precisamente ante la diferencia. Pero la historia no lo muestra así.
La diversidad educativa emerge en la década de los 70 en el siglo XX, centrándose en las diferencias físicas y/o cognitivas que presentaban estudiantes con necesidades educativas especiales, lo que abrió la posibilidad de pensar en la inclusión como el elemento principal de la atención de la diversidad, borrando o minimizando las variables socioculturales que también requerían, demandaban atención, algo que el mundo occidental, Europa y Estados Unidos, nunca han pensado atender realmente.
El surgimiento de la diversidad como categoría de atención en las escuelas fue inevitable, no tuvieron de otra, ya que veníamos de épocas de intolerancia, de persecución y de muertes ante aquello que era diverso: los 60 y los primeros años de los 70 son el mejor ejemplo de la intolerancia a la diversidad.
Estados Unidos persiguió, atacó, fraguó guerrillas e implantó dictaduras a lo largo de toda América Latina, desde México, pasando por Centroamérica y Sudamérica: el Che Guevara, Paulo Freire, Lucio Cabañas y Enrique Dussel son ejemplos de la persecución y el exilio de personas por no pensar como el país del Norte quería. ¿Y la libertad?, ¿y el respeto a la soberanía y la diferencia? No tenían tampoco ningún tipo de respeto o consideración por aquel de piel diversa, los afroamericanos, hasta que mataron a Luther King en el año fundamental del 68 y por fin llegaron los derechos civiles. Hablar de su papel en la Guerra de Vietnam o del espionaje del presidente Nixon a sus opositores políticos no representa aceptación de la diversidad.
En Europa la cosa no era diferente: España tenía en el poder a Franco con una dictadura de más de 30 años, que no aceptaba la diferencia; sino que le pregunten a Serrat y en Francia, el agitado mayo del 68 y los años aledaños mostraron a estudiantes y trabajadores criticando al gobierno por sus políticas coloniales explotando a África, la perpetuación de la desigualdad y el papel de las escuelas en ello, lo que se contrapone al sentido del azul de su bandera que, se supone, es la igualdad.
Después de mucha sangre, se tuvo que tomar políticamente a la diversidad como bandera por conveniencia y apariencia, no por actos, ya que, hasta la fecha, siguen mostrando la misma intolerancia ante el diferente y, si no hay más remedio, su aniquilación, como el caso de Palestina.
En México, por cierto, la diversidad apareció en las escuelas en los primeros años de los 90, ligado también solamente a la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales; pero era inevitable, veníamos de 4 sexenios lamentables con Díaz Ordaz y su papel en la matanza de estudiantes y con los generadores de pobres como fueron Echeverría, López Portillo y de la Madrid, Salinas también entra aquí, pero con él se consideró el término. Diversidad que negaba y sigue negando, lo sociocultural y su impacto en las aulas y la desigualdad.
Pero tal vez un día, cuando a las potencias económicas realmente les importe el otro, el diverso, veremos un cambio en la atención y el enfoque en este tipo de trabajo. Mientras tanto, seguiremos viendo cómo se explota, se discrimina, no se respeta y no se mira como semejante al otro. Cuestión de ética, ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

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