Altas capacidades

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

A dos días de haber celebrado y festejado a niños y niñas en el Día de la Niña y del Niño, 30 de abril, vale la pena repensar si hay algo que celebrar. En la larga historia de la humanidad y en todo lo largo y ancho de este mundo llamado Tierra, los infantes, además de cuidados, han sido materia de represión. Podrá decirse que también el mundo humano ha sido atento a sus miembros más pequeños y por eso menos hábiles.
La historia nos dice cómo los infantes han sido víctimas del maltrato por parte de los adultos: No deben escuchar conversaciones de adultos. No deben jugar con materiales peligrosos, sea una rama de un arbolito, sea una escoba a modo de caballo sustituto, sea una cobija de la cama para figurar una casa de campaña donde el menor encuentra un rato de paz y un lugar para hacer lo que le dé la gana.
Hace unos años, una investigadora española escribió una guía para identificar si un niño tiene altas capacidades: Tendrá un alto coeficiente intelectual y, al mismo tiempo, algunas dificultades especiales. Por ejemplo, puede padecer disincronías, lo cual le impide coordinar todas sus habilidades y capacidades. Es muy inteligente y al tiempo puede ser muy tímido, como un niño de 3 o 4 años más chico. O al revés, muchas habilidades y capacidades sociales y con dificultades para la ciencia.
Estas situaciones pueden desesperar a sus maestros y afectar su desarrollo normal, pues el niño y la niña con esta situación a ratos se comportan con cierta agresividad o con gran timidez, lo que afecta la comunicación maestro–alumno, incluso el trato padres–hijo. También puede ser capaz de realizar tareas complejas con resultados brillantes y al mismo tiempo tener conductas agresivas con sus compañeros.
Estos hechos han sido materia de estudio de la psicología, de la didáctica, de la pedagogía y de la sociología. Los hallazgos de estos estudios, a pesar de ofrecer ciertas conclusiones útiles y practicables, les resta aún atender diversos retos. Por ejemplo, adelantar las posibilidades de la permanencia de las altas capacidades en la adolescencia o aun en la mayoría de edad, pues en muchos casos los niños y niñas con esas capacidades con frecuencia se atenúan en los años posteriores a la niñez.
Las ideas comunes sobre alta capacidad de niños, niñas y adolescentes con frecuencia son ideas genéricas y propician equivocaciones y mal trato a esos niños. Por ejemplo, “… se dice que un superdotado no necesita ayuda porque sale a flote solo. Esto es falso, pues toda persona tiene alguna vez la necesidad de ayuda. Además, el contexto es necesario en muchas ocasiones para reconocer si la persona es superdotada o no”.
Hoy, con los conocimientos sobre la psicología y las neurociencias de los infantes y los adolescentes, es posible ayudar, en primer lugar, a los niños y niñas con alto coeficiente intelectual que dan muestras, en familia o en la escuela, de un desempeño notable para las tareas escolares y caseras. En segundo lugar, a los maestros, maestras y miembros de la familia para evitar conductas (o pensamientos) capaces de desilusionar a los niños o jóvenes cuando muestran sus dotes, sea en solución de problemas o en puntos de vista críticos, por lo sencillo que les resulte resolver un problema o diseñar un proceso; o por su rechazo a realizar tareas que consideran inútiles o “indignas” de su capacidad.
Las prácticas y los estudios sobre los niños y niñas con alta capacidad han mostrado lo importante de relacionarse con ellos de modo pertinente, pues su existencia es un don para todos. “Hemos aprendido que estos niños destacan por el desarrollo de muchas de sus habilidades, por su cociente intelectual, superior al de la media, por su enorme capacidad creativa y por el potencial que tienen para el aprendizaje y rendimiento académico”.
Este Día del Niño y la Niña es una oportunidad de valorar las capacidades de todos los niños y las niñas, más allá de festejos y regalos. Es una deuda, sobre todo con quienes tienen algún síndrome, limitante o de capacidad alta.

*Doctor en Filosofía de la Educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]

Comentarios
  • Gabriela hernandez
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    La revista educar hace varios años publicó varios artículos con esta temática invisible para muchos !! Nueva para otros el tema está allí … y muchos niños aún DX con problemas siendo de altas capacidades

  • Adriana Orozco Bernáldez
    Responder

    Estimado Dr. Miguel Bazdresch Parada:

    Es un gusto leer su publicación. Retomo el reto de repensar si hay algo que celebrar el 30 de abril, nombrado día de la Niña y del Niño.

    Si observo su planteamiento desde la autoetnografía, puedo compartir:
    a) “los infantes han sido víctimas del maltrato por parte de los adultos”: recuerdo la ocasión en que me acusaron de tomar algo que no me pertenecía, me condenaron a un castigo familiar, sin embargo yo era inocente y no me creyeron.
    b) “No deben escuchar conversaciones de adultos”, la frase de mis abuelos y mis tias maternas era: “Donde moco, moco. Donde cana, cana” para señalar que no podía estar con los adultos ni escuchar sus conversaciones. Solamente saludar y retirarte.
    c) “No deben jugar con materiales peligrosos”, ni que decir del día que mis primos y yo, estuvimos jugando con cerillos y quemamos el colchón de la recamara. En lugar de salir y avisar, cerramos las puertas por fuera y nos fuimos. La reacción fue por temor al regaño, sin considerar que el incendio pudo haber causado daños mayores.
    d) “una cobija de la cama para figurar una casa de campaña donde el menor encuentra un rato de paz”, baste decir en éste rubro que, con un libro y una almohada podía pasar horas en ese refugio seguro y lúdico.

    ¿Somos los adultos de hoy, un reflejo de los niños de ayer? En mi caso:
    a) ser honesta y decir la verdad tiene un alto valor, que no es negociable. Afrontar las consecuencias de mis actos con responsabilidad.
    b) Disfruto participar en conversaciones y escuchar a las infancias.
    c) Aprendí primeros auxilios y prevención de incendios; por muchos años fuí parte de la brigada de evacuación y seguridad en mi lugar de trabajo.
    d) Los libros son mis compañeros indispensables.

    Coincido en que el Día del Niño y la Niña es una oportunidad de valorar las capacidades de todos los niños y las niñas. Se requiere encontrar los canales de comunicación adecuados para que podamos transmitir el legado de una generación a la siguiente. Como muestra la figura arqueológica del Tlalchichi conocida como “el abrazo”, en que el viejo susurra al oido del joven los secretos del universo.

    Me quedo su texto como un regalo de mi admirado maestro.

    Abrazos
    Adriana Orozco Bernáldez

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