Regresemos a los fundamentos educativos

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Según Antoni Colom, los fundamentos de la educación son de tres tipos:

a) Garantizar para el desarrollo humano un paquete valoral, que asegure a su vez el respeto, la sana convivencia y una relación armónica con la naturaleza y, junto a ello, la utilización de todas las capacidades y posibilidades humanas.
b) Dejar salir desde cada sujeto la capacidad de educarse desde sí mismo, a partir de aprovechar el potencial personal y social de los sujetos en todas las etapas de la vida.
c) Vivir en armonía con la naturaleza y con el medio ambiente en donde le ha tocado vivir a cada quien. La educación implica el darles más a los que menos tienen.

Los fundamentos que sirven como determinantes de los procesos educativos, implican el tener claridad en cuanto a la definición de formarse o de convertirse en persona.
El neoliberalismo sirvió para pervertir gran parte del tejido social, al convertir todas las cosas en mercancías, incluyendo el trabajo y las personas mismas. De esta manera, emerge una postura de humanismo crítico para recuperar el valor de las personas de la dignidad y el respeto, como los principales valores que le dan soporte a todo acto educativo.
En las escuelas, las maestras y los maestros se encargan, entre otras muchas cosas, de garantizar que las niñas y los niños tengan acceso a los saberes y conocimientos que la misma humanidad ha acumulado, conocimientos científicos, técnicos para mejorar la propia vida, humanísticos y la creación de las distintas expresiones artísticas. Las escuelas, por lo tanto, son el espacio que la modernidad construyó para garantizar que dicho desarrollo personal y social se cumpla.
Pero hemos entrado a un escenario inédito, lleno de espejismos y contradicciones, en donde el avance tecnológico y los nuevos aportes de la llamada Inteligencia Artificial (IA) están convirtiendo a la dignidad humana en una pieza más del gran engranaje postindustrial.
Regresar a los fundamentos de la educación tiene que ver con hacer a un lado y deshacerse de equipos de teléfonos celulares y equipos de cómputo, de salir a la calle y volver a mirar los paisajes, de mirar y de encontrarse con los rostros de las personas, de refundar los diálogos directos cara a cara y no de continuar con esa práctica compulsiva de enviar mensajes que van dirigidos por todo tipo de dispositivos, salir al campo y volver a mirar cómo nacen las flores, escuchar la lluvia que cae y oler nuevamente el olor de la naturaleza.
Regresar a los fundamentos educativos implica poder correr, resbalarse, caer y levantarse; esa es la dialéctica de todo acto educativo. Debemos regresar a los fundamentos a partir de desmantelar todo lo que forme parte del movimiento antipedagógico. ¿Cómo hacerlo? Ahí reside la magia y la capacidad profesional de los miles y millones de educadoras y educadores. Son ellas y ellos los que deben de iniciar este movimiento del regreso a cero, para reinventarnos como escuela, como sociedad y como educación.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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