Días de guardar y días para actuar
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Carlos Monsiváis, en una de sus principales obras, a la que llamó: “Días de guardar”, dicho título, refiere a que los días relacionados con la Semana Santa y de Pascua se les distinguió como días de guardar, o también se les conoce como la Semana Mayor. En nuestro calendario escolar y desde hace muchísimos años, a dichas semanas se les define como periodo vacacional. Las escuelas suspenden clases durante esas dos semanas. Aparte de que ambas semanas eran aprovechadas por miles de familias para vacacionar, salir y asistir a las distintas playas del país, aparte de eso, en dichas semanas no pasaba nada. Pero en este año, en plena Semana Mayor, ya no fueron días de guardar, sino días de actuar y movilizarse.
La muerte de Francisco, el primer Papa latinoamericano, argentino, jesuita; caracterizado por un estilo de asumir el apostolado eclesiástico de manera muy sui generis, su discurso estuvo a favor de los pobres y, por lo tanto, se confrontó con las élites derechistas, denunció la guerra y el abuso de Israel en Medio Oriente y se pronunció abiertamente por Palestina, criticó los muros trazados por Donald Trump en la frontera con México y estuvo a favor de trazar puentes, bendijo a los homosexuales o a las personas que han optado por una vía genérica alternativa, “ustedes también son hijos de Dios”, les dijo. Su muerte, tal vez esperada, ha cimbrado a la sociedad entera a nivel mundial.
Otro hecho vivido en estos días ha sido la agudización de la pugna entre las potencias mundiales: Estados Unidos, con Trump a la cabeza, sigue perdiendo adeptos por el tema de los aranceles y pone en peligro la economía de su país y, del otro lado, China pasa a la ofensiva; ahora el nuevo mapa bipolar del mundo ya no es Estados Unidos vs. Rusia, ahora es China vs. Estados Unidos. Con el país de Oriente que ha pasado a la ofensiva y que está dando señales de convertirse en la nueva hegemonía mundial, para el caso nuestro entramos a un nuevo riesgo; ahora la frase será tan lejos de Dios y tan lejos de China.
El tercer fenómeno de estos días santos fue la ofensiva o la reacción de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), después de que fueron detenidos algunos de sus líderes estratégicos. La respuesta fue la de incendiar camiones, tráileres y autos particulares entre Ocotlán, Jalisco, y muchas ciudades de Michoacán como Zamora, Uruapan, Jacona, incluso Morelia.
Parece que, después de lo sucedido en Teuchitlán, el CJNG vive un proceso de desmantelamiento; la hegemonía que mantenía en la región centro-occidente del país, sobre todo en estados como Jalisco, Michoacán y Guanajuato, tiende a debilitarse. La respuesta virulenta es natural cuando hay señales de que comienzan a perder la guerra. La frase de García Harfuch, secretario de Seguridad, ha sido muy clara: “en contra de la ofensiva del miedo es necesario incendiar la ley”.
Como podrá verse, los días de guardar no han sido tales; han sido días de actuaciones diversas. Por un lado, tenemos que las mafias no descansan y, por el otro, que los representantes de la ley tampoco tienen vacaciones. Bajo este contexto, un tanto atípico, la muerte del Papa Francisco es una señal que abre la posibilidad de una decisión en el seno de la Iglesia católica que se incline ahora hacia la derecha. Francisco inició muchas reformas, pero ninguna consolidó; tuvo pronunciamientos muy importantes, pero lo que ha tenido a cambio es la reacción de los grupos conservadores, tanto al interior como fuera de la propia Iglesia.
Y por último, lo que demuestra su muerte es que en la Iglesia existen fuertes intereses políticos y económicos, la sucesión no es un acto neutral. Atrás de la designación del nuevo Papa se esconde un nuevo proyecto que va mucho más allá de las creencias y los dogmas y tiene que ver con las formas concretas de cómo se distribuye el poder mundial en este mundo bipolarizado.
Ante los hechos ya relatados, pensemos a qué tipo de educación aspiramos: si aquella pensada en transmitir conocimientos científicos y humanísticos o la que se erige a través de dogmas, prejuicios o contenidos que se inclinen a favor del gigante de la región. Necesitamos una educación que problematice la bipolaridad por la hegemonía mundial, pero a partir de darle un fuerte sello nacionalista, antes de ser seres planetarios, somos mexicanos y desde aquí debemos aprender a mirar el mundo sabiendo mirar primero nuestra historia, nuestros principios y las necesidades específicas que tenemos.
Que la ley llegue y se establezca en el territorio, no más abusos de mafias y cárteles, cuya vocación es la de generar el miedo.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]