Todas las derechas y las ultraderechas son iguales
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
En los últimos días, el mundo ha dado nuevamente una vuelta de tuerca hacia la derecha. La llegada al gobierno de los EEUU por parte de Donald Trump, junto con algunos de sus títeres regionales como Javier Milei en la Argentina, hace evidente que la derecha ha regresado con los mismos bríos de hace años.
El discurso beligerante, amenazador, dictatorial es una de sus características. En la Argentina, Milei ha convertido a su país en un verdadero laboratorio de políticas antipopulares, antisociales y casi antitodo, solo a favor de los grandes empresarios y capitalistas de su país.
Las derechas y las ultraderechas a nivel global tienen proyectos en política (autoritarismo y medidas antipopulares), en economía (privatización de las empresas, reducción del gasto social, liberación de los mercados, pensar que todos los productos, aun los servicios sociales, pueden pasar por el libre mercado; todas son mercancías que se pueden vender y quien tenga dinero que las compre) y en educación (enfoques conservadores, abordaje dogmático de los contenidos, no se permite cuestionar, solo acatar y pensar lo menos).
Aunque son elementos muy esquemáticos, las derechas en el mundo tienden a conservar un sistema social basado en el orden y la reproducción social, en el acatamiento de las cosas tal como están; incluso existe un factor divino o religioso de que Dios quiso que las cosas fueran así. Para las y los pobres, para los jodidos y los desarrapados del mundo, la única salida de su condición de pobreza es acatar las reglas tal como están: trabajar duro, ahorrar y esperar las oportunidades que el propio sistema pueda otorgar, pero el sistema es perverso y tiende a engañar a través de estafas y de fraudes sistemáticos (el ejemplo de lo que pasó en la Argentina con la criptomoneda también es elocuente).
De esta manera, las derechas son el engaño, la involución social, el terror, el odio y el miedo y entonces, ¿por qué la gente votó o vota por ellas? Porque los gobiernos identificados con la izquierda no han resuelto las necesidades en el corto plazo. Existe una especie de desangelamiento debido a las restricciones y las promesas no cumplidas y se pensó que regresar a la derecha era la solución. De nuevo el ejemplo argentino de que esa no era la salida.
Dentro de la dialéctica social siempre habrá la disputa entre dos fuerzas, la de la conservación y la del cambio, la de izquierda y la de derecha, la de privilegiar a las élites empresariales o la de mirar a las mayorías sociales con programas que beneficien a todas y todos.
Esta misma dialéctica tiene un nivel de concreción en educación; en el mundo de las escuelas también se concretiza una forma particular por disputar y por tratar de hegemonizar una forma de sacar adelante las ideas y los proyectos. Lo peor que está pasando es que a nivel micro se están reproduciendo las ideas conservadoras de la derecha. Entre grupos juveniles con ideologías fascistas, se llevan a cabo prácticas y rituales de militancia derechista, en donde los negros, los gays, los izquierdosos, las mujeres militantes o feministas se les ve como grandes enemigos.
La derecha es igual en todo el mundo y, desde una mirada de avanzada, es el peor enemigo de la humanidad, porque su proyecto en este contexto ya no es vigente.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]