La dignidad, ese valor olvidado en Occidente

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

La historia del mundo occidental, desde una perspectiva de conciencia histórica, muestra diferentes aspectos que han sido constantes prácticamente en cada época, etapa o era: el afán expansionista de las potencias, la explotación y colonización de otros países, principalmente de aquellos en los que la piel blanca no es representativa.
Obviamente, el clasismo, la discriminación y el racismo están implícitos en cada uno de dichos aspectos, por lo que la presunción de valores que pueden pregonar resulta cuestionable, sobre todo cuando hablamos del tema de la dignidad. Etimológicamente, existen diferentes propuestas de origen y significado; sin embargo, podemos señalar que en general coinciden en las nociones de merecedor y valioso. Hoy en día hace referencia al respeto que existe en toda cultura por cada una de las personas, con las que se es empático y se les dota de valor, lo cual está lejos de ser algo universal u occidentalmente aceptado.
Ama a tu prójimo como a ti mismo es uno de los principales mandamientos teológicos del cristianismo, que implica tratar dignamente a cualquier persona, pero ¿qué se entiende por prójimo? La historia de cada país latinoamericano refleja que los nacidos en estas latitudes no han sido, ni somos prójimos de los nacidos en alguna de las potencias del llamado primer mundo: la postura del presidente de Estados Unidos es un claro ejemplo del trato indigno e inmoral, similar a la postura de Francia con países del continente africano.
Las historias de conquista, de su posterior independencia, la explotación de los recursos naturales, la necesidad académica de realizar propuestas de trabajo comunitario, las eternas deudas impagables, el rezago educativo, los índices de pobreza, el enfoque decolonial, la búsqueda del rescate de la cultura de los pueblos originarios y la creciente necesidad de recuperar la categoría ética como elemento fundamental de las propuestas educativas y sociales ponen de relieve lo indigno del mundo occidental.
La película de 2004 llamada La fiebre, dirigida por Carlo Gabriel Nero y protagonizada por Vanessa Redgrave, nos muestra la forma en que se inculca política y socialmente, en los países del primer mundo, la justificación de la explotación económica y un llamado consumismo insípido, en donde no existe el menor respeto y valoración por el otro, lo cual sólo puede ser revertido a través de un proceso de concientización, cercanía y experimentación de la vida de aquel que se significa diferente; sólo así se puede dar un lugar y trato digno.
Pero vivir desde la comodidad de la lejanía y asumiendo narcisista y ególatramente ser un mejor tipo de persona, lo que rompe con la idea de prójimo, de igualdad, de respeto y de trato digno, algo lamentablemente común en Occidente, hará que la dignificación sea una meta permanente que no se logra. Ser tratado dignamente es un derecho… que a veces requiere hacerse valer. ¿Cómo actuar y qué hacer con quienes no tratan con dignidad a otros? He ahí un objetivo de la escuela, pensémoslo.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

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