Las tendencias educativas miran hacia adelante o hacia atrás

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

En estos momentos se definen como tiempos de cambios vertiginosos que impactan de diversa manera las ideas y tendencias educativas. Una de ellas está definida por el cambio en el rol de las y los docentes al habilitarlos como responsables de realizar adecuaciones curriculares, que respondan a las necesidades del entorno y del contexto en donde realizan su práctica educativa. Lo que había sido negado por largos años, hoy aparece como un instrumento al servicio de la docencia, para hacer adecuaciones, cambios, ajustes y adaptaciones del currículum para adaptarlo a las necesidades de niñas y niños.
Pero en ello aparece un problema serio y grave: los usuarios de hoy (niñas, niños, adolescentes y jóvenes) son sujetos que rompen con todo tipo de regulación, debido a los diversos cambios generacionales, y el currículum no se ajusta o no responde adecuadamente a sus necesidades específicas de formación.
En todo esto aparece una tendencia educativa novedosa, la cual se enfoca en darle un nuevo valor a la dimensión curricular de la tarea educativa, que no se reduce exclusivamente a la selección, organización y jerarquización de contenidos de estudio, sino más bien a tener clara una regulación educativa pensada en clarificar cuáles son los fines, los valores y el ideal educativo de lo que se espera de las generaciones de ahora; y el otro elemento tiene que ver con este nuevo protagonismo para las y los docentes.
Las y los docentes de ahora tienen una nueva responsabilidad en sus manos, al trascender y al ir más allá de ser operadores del currículum para convertirse ahora en diseñadores y, con ello, hacerse cargo de buena parte de las trayectorias educativas de los alumnos a su cargo.
Asistimos a una especie de paradoja educativa en donde gran parte de los contenidos de la tarea de enseñanza tienen la mirada puesta en el pasado, a partir de esa vieja frase de que: “todo tiempo pasado fue mejor”. Muchos docentes, sobre todo los de mayor edad, asumen una postura pedagógica basada en la nostalgia y en mirar el pasado como alternativa de trabajo.
Se pierde de vista que los problemas del presente rebasan, en mucho, a todos los esfuerzos que se hacen desde la escuela, desde la práctica de las y los docentes, de los esfuerzos de las personas que se obsesionan por encontrar soluciones en donde existen problemas. Pero eso no basta, sigue habiendo una gran escisión entre los que planean el rumbo o educativo y los miles de educadoras y educadores que desde las escuelas hacen el esfuerzo de poder responder ante los nuevos problemas.
Las tendencias educativas ante las que asistimos, tienen cuatro manifestaciones que comienzan a mover fuertemente el sistema. A saber:

a) Los sujetos de la educación, que son los usuarios educativos, manifiestan cambios de fondo. Niñas y niños cada vez son portadores de transformaciones culturales y comportamentales, de déficits en diversas áreas, diferencias que obligan a que la escuela modifique su capacidad de trascender. El dispositivo ya no está puesto en atender a niñas y niños que tienen un ritmo “normal” por responder a la tarea educativa; ahora lo normal se ha integrado de infinidad de manifestaciones que antes eran anormales y hasta inaceptables. Ante ello, el principio de inclusión educativa y el derecho a la educación hacen que todo quepa en la tarea educativa.
b) Una segunda tendencia está asociada a poder hacer uso de las nuevas aportaciones en el campo de la psicología y la sociología. Cada vez sabemos más sobre las capacidades y destrezas de los sujetos, pero cada vez somos menos capaces de hacer uso de esos avances científicos. Cada vez sabemos más acerca de la importancia del vínculo humano y de la socialización entre pares y en grupo. Pero cada vez somos menos capaces de lograr que los sujetos se deshagan del celular que llevan en las manos para poder mirar a su compañera o compañero que tienen al lado. La psicología nos ha aportado conocimientos recientes para conocer más a fondo las características personales de los sujetos, niñas y niños, de cómo aprenden y dejan de aprender.
c) En cuanto a la organización y jerarquización de los contenidos de estudio, hoy tenemos nuevos avances. El conocimiento escolar -como dice Gimeno Sacristán- es una mediación que articula los conocimientos científicos y los conocimientos populares. Pero cada vez estamos ante una degradación acerca de la profundidad de lo que hay que aprender en la escuela y de cómo hacerlo. Del efímero paso del enfoque por competencias, hoy vamos por un camino que integra el enfoque de las habilidades, los atributos y las capacidades; los sujetos son o deben ser capaces de comprometerse en mejorar la manera de apropiarse de su propio proceso de aprendizaje. No solo saber aprender, sino también saber hacer uso de lo aprendido.
d) Y el cuarto elemento de las tendencias educativas tiene que ver con esta paradoja entre el humanismo como filosofía y estilo de vida, teniendo en su contraparte la tecnificación y la virtualización del desarrollo humano. Muchas niñas y niños han sustituido el vínculo humano a cambio de un dispositivo electrónico. Éste es un riesgo de gran tamaño, que lo tenemos aquí a la vuelta de la esquina y ante el cual no sabemos cómo responder.

Como podrá verse, las tendencias educativas del presente son paradojales: avanzamos por una parte, pero retrocedemos en otras. Ante ello, la pregunta es: ¿Qué les toca hacer a las educadoras y educadores como responsables de la tarea de educar y hasta dónde tienen espacios curriculares para decidir sobre el rumbo y las respuestas a alumnas y alumnos del tercer milenio?
La gran ausente de estas tendencias es la política pública que sigue siendo una mojigata de la educación: que ordena, pero no obedece; que habla, pero no escucha; que exige, pero no sabe obedecer, entre muchas otras cosas. La política educativa y sus agentes que están en los espacios de poder deben ser más sensibles y dedicarse a mirar lo que está pasando abajo, ahí en donde se hace verdaderamente la educación.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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