¿Por qué se mal mira a alguien?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Es una expresión coloquial, popular, de un algo que ocurre en las relaciones interpersonales cuyas implicaciones sociales dependen del lugar que se juega: mal mirar o ser mal mirado, dos roles que develan posiciones imaginarias distintas, que curiosamente pueden alternarse o darse el mismo rol al mismo tiempo.
¿Qué significa mal mirar? Hace alusión a que alguien -persona, grupo, país- no “mira con buenos ojos” a otra persona, siguiendo en el discurso popular, es decir, alguien no reúne ciertas condiciones y/o características a la vista de otra u otras personas, que lo juzgan o califican desde criterios particulares, por lo que evitan establecer una relación entre ellos o, lo más común, mirarlos con menosprecio: hay de fondo un narcisismo y complejo de superioridad (moral, económica, bélica, física, etcétera) de parte de quien mal mira que suele caer en ciertos niveles de racismo, clasismo o, al menos, discriminación y prejuicio.
Así se mal mira a alguien por su apariencia, por su color de piel, por su forma de vestir, por su actitud, por con quien se junta, por su nivel social, por su forma de pensar o actuar, por las expectativas personales, entre otros factores reales o imaginarios: un suegro o suegra aspiracionistas pueden mirar mal a la pareja de su criatura si no está al nivel de lo que creen merecer, se mira mal al migrante, al de cierta colonia, al estudiante que no realiza actividades o llega sucio a la escuela sin saber si no tiene agua en casa o tiene que trabajar para mantenerse, algunas empresas elitistas miran mal al aspirante a una vacante que no porta ropa de marca o huele a fragancia cara, algunos restaurantes y bares miran mal a algunos clientes que se considera no están al nivel de otros, algunas tiendas departamentales o de ropa vigilan sólo a unos clientes por su color de piel, se mal mira también a los docentes que cuestionan las formas de conducir una escuela, al supervisor o al subsistema en general, en fin, las posibilidades son muchas y muchos hemos sido mal mirados por diferentes cuestiones.
Esta semana tomó posesión, otra vez, el presidente de los Estados Unidos, quien, abiertamente y sin ningún tipo de respeto, mal mira a México y sus habitantes, haciendo continuamente ataques, descalificaciones y amenazas, basadas solamente en un torcido sentido de superioridad, que se fundamenta en el racismo y la prepotencia. Pero, tal como lo señalé antes, mal mirar puede ser por ambas partes, por lo que sería fácil hacerlo con el vecino del norte: tenemos una historia y una riqueza cultural de mayor tiempo, legado y no sangrienta, respetamos la autonomía y soberanía de otros países, tratamos con mayor ética, respeto, solidaridad y dignidad a las personas de otros sectores o contextos sociales al nuestro, no robamos los recursos de otros países ni llegamos a invadirlos, no apoyamos a gobiernos asesinos, nuestra economía depende en mucho del trabajo y del turismo, no de lucrar con la salud, el saqueo o la venta de armamento… México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, no lo dijo un mexicano, lo que da cuenta de que muchas personas en el mundo vemos lo mismo. Es bastante fácil y simple mal mirar a Estados Unidos, pero no tenemos el ego tan grande. Lamentablemente, como en muchos países, nunca faltan los que mal miran a sus hermanos de patria, a sus coterráneos, y los veremos aplaudiendo y pidiendo la intervención en nuestro país de esta persona que siempre nos mira por debajo de ellos. Mal mirar se aprende y es fácil de aplicar. ¿A quién y por qué hemos mal mirado? ¿Cómo podemos romper con esta práctica social? Dejo aquí estas dos reflexiones; la academia tiene mucho que decir al respecto, ¿o no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

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