Aprender es la clave
Miguel Bazdresch Parada*
Aprender es la clave. Y, ¿cómo se aprende?, ¿hay un modo para aprender de todo o cada “qué aprender” tiene su modo? Y, ¿de verdad todas las personas aprendemos igual? Y, ¿en cualquier edad el aprendiz puede aprender del mismo modo o cada etapa del crecimiento de la persona tiene sus particularidades? Y, ¿un maestro puede ayudar a cualquier tipo de personas a aprender cualquier tema o materia? Una más, ¿las personas de diferentes determinantes socioeconómicos aprenden de la misma manera? Los libros y los materiales, internet y computadora incluidos, ¿son indispensables hoy para que los estudiantes aprendan lo de hoy con las prácticas de hoy, sin mirar un pasado considerado fuera de uso? Por último, ¿de verdad la familia y sus comportamientos y modos de ser familia son clave para que los estudiantes de cualquier nivel o condición puedan aprender?
Hoy, en pleno siglo XXI, estamos escuchando planeamientos muy variados en relación con formar personas educadas para satisfacer tanto los procesos de desarrollo de su personalidad humana, como para lograr los aprendizajes necesarios para participar en la vida social, política, cultural y económica de las sociedades del siglo XXI. Esta variedad múltiple, ¿tiene fundamentos y los resultados –personas educadas y preparadas para participar activamente en la sociedad de hoy, y también en la del mañana– avalan esa variedad?
Las investigaciones serias indican la existencia de diversos modos de aprender una misma materia, pues las personas tenemos formas diversas de aprender. Algunos privilegian la memorización de una cierta cantidad de textos y otros privilegian el conocer la aplicación de esas materias en la vida práctica de la sociedad. Ambos aprenden y ambos tienen diversos intereses en aprender lo que les es significativo. Este resultado de la investigación cuestiona los currículos de la educación básica actual, cuyos contenidos cubren ciencias variadas, situaciones ideales y memorias necesarias para los siguientes niveles.
Por otra parte, la investigación educativa también precisa cómo aprovechar un currículo único para promover diversas formas de aprender y diversos procesos para conocer lo que el currículo propone. La misma historia puede leerse en un libro, puede recogerse en una entrevista con personas conocedoras. También puede invitarse al salón de clase, por ejemplo, a personas de diferentes edades (o condiciones económicas diferentes) para escuchar, mediante preguntas que elaboren los propios estudiantes, para pedir que se les responda por esos invitados. O puede acudirse a alguna institución dedicada al asunto que se trata de aprender.
Éstas y otras formas de tomar contacto con el qué aprender le dan diversas vidas al contenido estricto de un programa de currículo único. Y, por tanto, oportunidad a que los diversos modos de aprender puedan ser practicados por quienes prefieren uno u otro y así elevar la calidad del aprendizaje de manera congruente con el modo de aprender de los diferentes estudiantes.
En fin, la clave es aprender y, por tanto, la clave de una educación capaz de producir hombres y mujeres educados, dominadores de su forma de aprender personal y conocedores de diversas y variadas formas de aprender también útiles en ciertos contextos y momentos. De lo anterior se deduce la “super” importancia de trabajar el problema del “aprendizaje” y descubrir cómo pasamos de la ignorancia al descubrimiento y de ahí a cómo aplicarlo a cuáles problemas o situaciones de la realidad, que demandan solución. Tarea para maestros y familias, aprendices y graduados.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]