El deseo de una Navidad sin riesgos para niñas y niños en el mundo
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Como aporta la ciencia social, la Navidad no existe como tal, es una idea creativa, una construcción imaginaria a través de la cual se teje y se despliega un deseo válido por vivir en armonía, por reinventar las esperanzas fincadas en un mundo mejor y porque las personas y los pueblos del mundo estrechen lazos de amistad, basado en el respeto a los derechos de los demás.
Este año ha sido especialmente peligroso para miles de niñas y niños, sobre todo en Medio Oriente. Las niñas y niños que viven en la franja de Gaza vinculados a la causa palestina han vivido durante este año bajo un especial asedio, miles han muerto, otros miles han perdido a sus padres y otros miles más se han quedado sin hogar y sin un espacio seguro para vivir. Para ellas y para ellos esta Navidad debe convertirse en un compromiso, y que su significado se traduzca sin hipocresías en la lucha por la paz verdadera, de todos los pueblos del mundo, por el respeto a las infancias en riesgo y por el castigo a los genocidas israelitas.
Pero, del otro lado, la Navidad también es un pretexto que sirve a las grandes corporaciones económicas a desplegar un ofensivo operativo de mercadotecnia, en donde no solo se trata de vender, también de controlar a través de los productos vendidos.
La Navidad de ahora es un buen pretexto para pensarnos como humanidad, como especie que ha alcanzado el estadio más alto de la inteligencia y que dicho atributo deberá servir para vivir mejor, con relación al entorno y a la relación que establecemos con los demás.
El mundo de ahora vive en constante peligro por el calentamiento global, por la amenaza permanente de los conflictos bélicos, por una nueva disputa por las hegemonías, por el despliegue cada vez mayor de mafias, que extorsionan, que roban, que engañan, por los malos gobiernos, etcétera. En este nuevo orden mundial emerge la idea de Navidad, como una pequeña luz que sirve para iluminar las mentes y el deseo de que un mundo mejor sí es posible y que los humanos sí podemos entender el tamaño del riesgo y del miedo que se desprende del mismo.
En este contexto navideño, también el mundo se llena de hipocresías y se deja llevar por mentiras y falsedades. Yo soy partidario de una idea de Navidad que movilice las buenas conciencias y las buenas acciones, con compromisos claros y con la convicción de que el deseo de dicha y prosperidad se viva congruentemente en las acciones de todos los días.
Tenemos una enorme deuda con las niñas y los niños de la franja de Gaza, estamos obligados a resarcir el daño y a castigar a los culpables. Las niñas y los niños esperan como regalo de Navidad la paz verdadera, el respeto a la vida y la seguridad de que su territorio no será arrebatado. Si somos indiferentes ante todo ello, entonces también somos omisos del deseo de Navidad y cómplices del genocidio.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]