El mundo de los libros y la jungla de la cultura

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Hoy es jueves 5 de diciembre, pero igual pasó el lunes, el martes y el domingo; toda la semana ha estado repleta de “lectores”, de jóvenes lectores y uno que otro curioso de los libros y de la lectura.
Hoy es jueves 5, son como las 12 del mediodía y van llegando cientos, que digo cientos, miles de jovencitos de escuelas con sus uniformes, formados y dirigidos por sus maestras y maestros; las cabezas de personas y los libros se pierden en un horizonte. Estar ante tantos libros resulta que mis ojos son los de un perfecto analfabeto. Me he dado cuenta de que en esta FIL 24, cada pasillo lleva al sendero de la ninguna parte. Uno aquí se pierde y el problema es que, ya perdido, uno no se puede encontrar.
Llamadas de teléfono buscando al lector que aún no ha leído nada, al número 34 de la lista del 2 C de la Preparatoria X, a la maestra que está pedida. Perderse aquí es una buena metáfora que contrasta con el acto de leer. Tantos libros para tan pocos lectores, tantas líneas que esperan ser seguidas por el dedo infalible que sabe todo y que conoce todo.
Este día hay infinidad de jovencitos, adolescentes, niñas y niños de escuelas públicas y privadas. Pienso a partir de aquí en cómo es la representación social del libro y en la sociología de la lectura. El ambiente se siente asfixiante, poco oxígeno para tantas respiraciones; un joven está sentado justo en la esquina entre el ingreso y el primer pasillo general, se siente mal, pero no se desmaya: “Es que no estoy acostumbrado al tumulto. Venía porque buscaba un libro que no encontré y aquí estoy”. El estand de Alfaguara y el sello editorial del que forma parte están vendiendo libros como pan caliente; buscan a un youtuber que ha publicado un libro. Hay fans hasta donde permite el espacio de una pequeña sala, un youtubero escritor (sic).
Veo a una jovencita como de 17 que lleva los poemas completos de Mario Benedetti; buena elección, digo yo. Hay personas que traen hasta su listita de libros por adquirir, buscando lo que saben muy bien que no encontrarán aquí.
Camino al stand del FCE, hay libros de 10 y 15 pesos de la hechura de Taibo II. Compro el de Eduardo Galeano, sobre futbol, imperdible; lo leo en el camino de regreso a casa. El primer equipo en la Argentina —escribe Galeano— Argentinos Juniors, se iba a llamar Mártires de Chicago en honor a los obreros ahorcados el 1 de mayo de 1886, integrado por obreros anarquistas del ferrocarril. Otro equipo, Chacarita se funda también el primero de mayo por sindicalistas anarquistas. Quiere decir que el futbol y la política caminan de la mano, aunque no le guste a muchos intelectuales de derecha e incluso de izquierda.
Salgo de la FIL, pasada la 1 de la tarde; a los chicos los tienen formados, los cuenta la maestra y pasa lista. Muchos de ellos, con cara de “ya me harté de tanta cultura”, quieren correr y, de hecho, corren en dirección a su autobús.
No sé si ésta sea la mejor forma de acercar a las y los jóvenes a la lectura o, por el contrario, sea una forma de vacunarlos en contra de todo lo que se llame libro o lectura. Veo al final a un joven delgado con lentes, con facha de aprendiz de intelectual; él mira atento los títulos de algunos libros e inmediatamente va a su celular a buscar más información del autor, de la trama, de otros títulos afines. Estos son los nuevos formatos de lectura entre el papel y la tinta y los procesadores o los celulares, aderezado todo ello por el internet y la I-A.
Yo al final recuerdo los pasillos, los rostros de enfado y, a la vez ,de sorpresa, los miles de títulos que no tendrán destinatarios en esta feria y los libros delgados de 15 pesos que adquirí en el Fondo de Cultura. Todo cabe en esta feria sabiéndose acomodar.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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