Preguntar para educar

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Preguntar. Hacer preguntas. Responder preguntas. Tres actividades centrales en la educación, de manera más precisa, en el proceso pedagógico indispensable para aprender y, a la postre, ser alguien educado.
Todas las personas somos fáciles presas de juzgar. Vemos algo y rápidamente afirmamos o negamos “eso es…”; emitimos un juicio. Tal comportamiento, propio de quien ha desarrollado una educación deficiente, y de muy fácil equivocación. Una persona educada al mirar algún hecho se pregunta “¿qué es eso?”, es decir, conoce la importancia de la pregunta que conduce a un proceso de reconocer la experiencia de encontrar algo desconocido, y desatar el proceso de intelección por el cual se identifica aquella visión.
Si se omite la pregunta, nunca se entenderá lo visto, sentido o sucedido, y por tanto, no hay un juicio certero de qué o de quién se tratan, y así tomar una decisión sobre continuar el contacto con lo visto o abandonarlo, pues no interesa. Es decir, reconocer un aprendizaje en ese proceso. Suena largo ese proceso en la vida cotidiana. Mejor no preguntar, deshacernos de esa presencia. Es fácil contentarme con una respuesta cualquiera y seguir adelante. Sin embargo, así es como perdemos muchas oportunidades de aprender.
Un ejemplo ayudará a mostrar la importancia de no temer ese proceso. Hace unos años, en tiempo de una elección para presidente de la república, a la autoridad electoral (todavía era el IFE) le pareció importante involucrar a los niños y las niñas en la elección. Así, los niños y las niñas que acompañarán a sus padres a la casilla para votar estarían invitados a participar en una elección y podrían aprender qué es una elección.
El IFE preparó una boleta con nueve derechos de los niños y las niñas para que los niños-votantes escogieran el más importante para ellos. Se seleccionaron un número de casillas y se anunció en centros escolares y por los medios de comunicación social. Participaron 3 millones 709 mil, 704 niños y niñas.
Los resultados fueron:

1. Tener una escuela para poder aprender y ser mejor: 837,173 votos.
2. Vivir en un lugar, donde el aire, el agua y la tierra estén limpios: 527,336 votos.
3. Que nadie lastime mi cuerpo y mis sentimientos: 501,682 votos.
4. Vivir en un lugar tranquilo con personas que me quieren y me cuidan siempre: 499,959 votos.
5. Estar sano y comer bien: 336,684 votos.
6. Recibir el trato que todas las niñas y los niños merecemos, respetando nuestras diferencias; 325,081 votos.
7. Jugar, descansar y reunirme con niñas y niños: 276,704 votos.
8. No trabajar antes de la edad permitida: 263,550 votos.
9. Decir lo que pienso y lo que siento para que los demás me escuchen: 244,870 votos.

Podemos imaginar cómo se prepararon los niños y niñas para esta experiencia, la cual para la mayoría resultó satisfactoria, pues votaron como sus mayores y antes preguntaron, estudiaron y aprendieron el significado de cada uno de los nueve derechos y el significado del concepto “Derechos”.
Preguntando, aprendieron, votaron y vivieron cómo elegir.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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