Diez años
Jorge Valencia*
Los artículos editoriales son la evidencia del aquí y el ahora.
El autor opina y su opinión sienta el precedente de su existencia. En su existencia ocurren acontecimientos que le obligan una interpretación. Wittgenstein dijo que no hay hechos; sólo interpretaciones.
Si el pensamiento crítico consiste en utilizar la lógica y la lógica tiene que ver con la filosofía, cuestionar la realidad mediante el método especulativo y expresar el resultado de esa reflexión, es la razón de ser de un artículo editorial. Poner en común a otros la organización de los hechos. Su terreno es el de la especulación.
La reflexión y los argumentos que el autor desarrolla, constituyen un diálogo posible con el lector, destinatario ideal de sus disquisiciones.
En pleno ejercicio de la libertad, el lector tiene el derecho de no leer. O de no estar de acuerdo. O estarlo a medias. Pero se trata de un punto de partida -el texto- para una nueva reflexión. Nos educamos desde la conciencia: por qué sé lo que sé, cuál posición elijo.
El artículo editorial no pretende consenso. Es una exposición verbal que abre puertas, tiende puentes, da una versión entre mil posibles.
Los artículos editoriales son pájaros en vuelo. No importa el origen ni su destino sino el acto de agitar las alas. A veces se disfruta el rumbo; a veces, no. El lector es pasajero en ambos sentidos: es viajero y es efímero. Una vez concluida la lectura, todo desprendimiento es natural. Deseable, incluso.
El editorialista no es poeta ni narrador. Aunque recurra a crónicas o a construcciones líricas. Depende del estilo. Tiende más al ensayo. Apunta a la razón.
Hay artículos editoriales que caen mal. Cumplen el propósito de confrontar ideas.
Hay editoriales que trascienden el aquí y el ahora para universalizarse. Muchos años después, pueden seguirse apreciando. En literatura -tal cosa pretenden- la forma y el fondo entablan un vínculo dialéctico que dota a los textos de un placer (Barthes dixit) atemporal.
La revista Educ@rnos ha sido una asamblea de opiniones y opinadores con el factor común de hacerlo desde la práctica educativa.
Maestros, directores, investigadores, educólogos, y alumnos alguna vez todos, hemos compartido opiniones como se comparte el pan sobre la mesa. Nos alimentamos. Nos educamos.
Testimonio de lo que somos, lo que anhelamos, lo que no podemos. Lo que queremos entender.
La educación admite costumbres, intuiciones, digreciones o revocaciones. Hasta disculpas, tal vez. Siempre supone lenguaje y la presencia de dos o más. Y tiempo (para educarnos lo suficiente).
Feliz aniversario.
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]
¡Felicidades por estos primeros años! Gratitud por lo que nos aportan