El resultado

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Arrasó Morena. Su candidata, Claudia Sheinbaum, ganó la elección presidencial por dos votos a uno a su opositora más cercana, Xóchitl Gálvez.
Primera impresión: la campaña de desprestigio contra en gobierno federal de López Obrador, sistemáticamente perpetrado por la oposición desde el primer día de su mandato, fracasó. El triunfo contundente de Claudia, significa un respaldo a la continuidad del lopezobradorismo.
Segunda impresión: el resultado de la elección presidencial demuestra que la población votante no se dejó influir por el miedo de las teorías de la conspiración (gobierno “comunista”, réplica de Venezuela, cierre de los templos…). Además de la cuestionable postura ideológica que los votos representan, el resultado demuestra que los mexicanos tienen conciencia de clase. En un país donde el 50% de los trabajadores gana el salario mínimo, y sólo el 1% percibe 5 salarios mínimos o más, se entiende que la mayoría pretenda mejores condiciones laborales. Habrá que ver si la iniciativa del morenismo, antes ya rechazada, alcance esta vez con Sheinbaum un desenlace distinto. Y si los empresarios enfrentan su responsabilidad social o simplemente retiran sus inversiones hacia países donde aún se permita la esclavitud. O casi.
Tercera impresión: la inseguridad no parece un criterio electoral. Los votantes no marcaron una tendencia punitiva hacia el gobierno federal, ante el incremento sexenal de la violencia. Significa que se entiende que se trata de un problema transexenal y que su solución no depende del toque bienintencionado de ninguna varita mágica.
Cuarta impresión: el PRI perdió hace mucho la posesión del voto “corporativo”. Los sindicatos y la burocracia se alinearon bajo la hegemonía de Andrés Manuel. Peña Nieto será recordado como el priista que le dio la estocada a su partido. Sus militantes migraron sus convicciones (si es que alguna vez las tuvieron) hacia nidos más prósperos y/o menos desprestigiados. En esto, la balanza sólo se inclina hacia el interés.
Quinta impresión: la polarización de la sociedad mexicana quedó acendradamente puntualizada no necesariamente debido a las virtudes persuasivas de Andrés Manuel (tal no parece su carisma) ni de Claudia, sino a la realidad socioeconómica de un país donde la clase media se adelgazó dramáticamente: los desposeídos aumentaron y los favorecidos se redujeron aumentando aún más sus fueros. Este criterio definió las preferencias electorales.
Sexta impresión: la democracia alcanza un escalón arriba de la simple simpatía por un candidato. La oposición no lo entendió. Los votantes no se guiaron por el lugar común (“narcogobierno”, denominó Xóchitl al partido de Claudia) ni por la popularidad estéril de nadie (Xóchitl es más chistosa y Máynez, más enjundioso); se guiaron por una esperanza social y económica que sólo el lopezobradorismo ha sido capaz en los últimos años de legislar.
Séptima impresión: el morenismo parece ser lo que fue el priismo hace cien años. El siglo pasado, el partido oficial tuvo la apremiante obligación de institucionalizar al país: educación, salud, vivienda… Los gobiernos de hace al menos cincuenta años han olvidado la actualización y adaptación de estas instituciones a la realidad demográfica de los mexicanos de hoy. El proyecto de nación que sea sensible a esto y tenga los arrestos para ofrecerlo, sin demagogia ni mentiras, gobernará los próximos veinte años.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalencia@subire.mx

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