Riñones

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Tenemos riñones para que nos duelan.
Se trata de un par de testigos de nuestras preocupaciones. Cuando se presenta la adversidad, se manifiestan con el dolor de la espalda que sólo puede aliviar una compresa caliente, una pastilla de rápido efecto y una promesa de solución tardía que no compensa el padecimiento; más bien, lo justifica.
Tenemos dos para repartir proporcionalmente la carga emocional que soportan. Y un porcentaje de eficiencia que se deteriora según el tamaño y la persistencia de las preocupaciones.
Dicen los partidarios de eso que los riñones se enferman por la tristeza de quien los porta. Como todas las enfermedades, somatizan nuestras emociones. Significa que son el termómetro de nuestro desánimo y nos alertan cuando calculan que nos hace falta gritar o romper algo.
La mejor terapia es correr hacia cualquier parte, sin detenerse. Como Forrest Gump. Practicar el mexicano arte del valemadrismo.
Los mexicanos, sabios conocedores de la condición humana, practican el “sanlunes”. Se reportan enfermos de hastío crónico, o matan abuelas que ya no tienen, para faltar al trabajo. A ellos no les duelen los riñones.
Los que no son sabios y sufren de sobredosis de responsabilidad, apechugan los conflictos que rebasan su potestad solucionadora. Ésos son los mejores candidatos para una diálisis. El viernes parece lunes. El sábado y el domingo son un día entresemana y las vacaciones se postergan con la pulcritud del fanatismo. Los riñones cuestan la letra del coche, la hipoteca, la crisis conyugal, las protestas vecinales… Más la inseguridad, la estupidez de los funcionarios públicos, la miseria nacional, la sequía, el sobrecalentamiento del planeta… Todo influye para que los riñones se atasquen en un cuerpo vulnerable. Hasta la guerra judeopalestina.
Si los riñones son la esponja de las malas noticias, y en el mundo pareciera que no hay otras, la nefritis pudiera ser el desenlace de todos.
O bien, la evolución de nuestra especie se conducirá por senderos insospechados del desinterés y la psicopatía.
En su versión actualizada, Dorian Grey tiene colgado en su sala un cuadro de gran formato de sus riñones marchitos.
La nefrología es la ciencia que cura la tristeza, en el sucedáneo de unos riñones puntuales.
Dicen que los riñones duelen tanto como el parto de las mujeres. Tiene sentido. Cuando duelen, nace una certeza: la de que sólo somos humanos. Que hay situaciones que nos rebasan y que el mundo no parece el mejor lugar para la felicidad. Aunque sea el único que tengamos.
Por lo tanto, nos duelen los riñones porque los tenemos. Y porque estamos vivos. Así visto, pareciera una bendición.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalencia@subire.mx

Comentarios
  • Cony Larios

    Creo que los riñones son más que eso.
    Lo digo por experiencia muy dolorosa:
    Un hijo que muere poco a poco por insuficiencia renal crónica.

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