¿Qué se entiende por niñez?
Marco Antonio González Villa*
No hay en la pregunta una intención de discusión semántica, no, hay de fondo una necesidad de reflexionar y profundizar en torno a la forma en que desde lo social se significan a los niños y las niñas. Desde una perspectiva del Desarrollo Humano hablamos de una etapa base para la vida adulta futura, caracterizadas por un evidente crecimiento físico y por el desarrollo y consolidación de diferentes procesos psicológicos, al mismo tiempo que se vive una dependencia formativa, educativa, emocional y de manutención económica de los y las adultas responsables de sus vidas; hay una fragilidad que patentiza una vulnerabilidad que generó derechos que los protegen y les garantizan una vida digna… lo cual no siempre ocurre.
Es inevitable, además necesario, pensar que todo asesino, sicario, vendedor y/o consumidor de drogas, tratante, corrupto, violador, agresor, asaltante, secuestrador, entre otros tipos de criminalidad, fueron en algún momento de sus vidas bebés y niños inocentes y carentes de malicia, a veces lo olvidamos, y presentaban las características previamente referidas, pero algo ocurrió en sus vidas que los llevó a tomar un camino socialmente inadecuado. Y aquí viene la pregunta ¿quién fue responsable?, ¿la pobreza, la familia, la escuela?, ¿quién o qué?
De ser la pobreza estaríamos hablando que hay un problema de sistema que difícilmente cambiará, lo que deja en claro que muchos infantes estarían destinados a la marginalidad desde la cuna y a ver en el crimen una opción económica de salida de su condición. De ser la familia se pondría de relieve su resquebrajamiento, su falta de responsabilidad y el no cumplimiento de muchos de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, brindando una vida indigna carente de todo tipo de cuidados, atención y educación, ante lo cual la escuela, aunque se esmere, tendría poco por aportar, pese a ser, desde una perspectiva política, la principal vía de salida de cualquier tipo de limitación social.
Aunado a lo anterior, sigue existiendo esta sensación lamentable al observar una valoración social distinta de cada niño en función de su color de piel, de su etnia, de su país de origen, su nivel económico, su capacidad cognitiva y/o intelectual, su físico o alguna otra variable o factor: la muerte de niños por hambre, enfermedad o guerra, tanto en el presente como en muchos momentos de la historia, son ejemplos de esta desvalorización.
Es por eso importante no sólo resignificar a la niñez, no basta cambiar las expectativas que se tiene de ellos y las que se les generan para su futuro o redactar leyes y derechos que no se van a cumplir, sino también realizar cambios sociales que garanticen, a cada infante, no sólo una vida digna, sino brindarles también una formación que posibilite, desde que nace, erradicar problemas y fenómenos sociales que cuestionan la supuesta racionalidad y la ética del ser humano, mediante el establecimiento de estructuras y afectos sólidos. Dejémonos entonces de buenas intenciones y de discursos bonitos y busquemos la creación de estrategias, desde la sociedad civil y las academias, que promuevan la revaloración de la niñez y la infancia como etapas en las que la educación, primero familiar y escolar posteriormente, puede realmente generar cambios sociales; cada niño es realmente una posibilidad. ¿O nos sentamos a esperar que desde la política o los organismos internacionales se cambien las cosas? No pasará, que se enfoquen sólo en apoyar las iniciativas… por lo menos ¿no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx