¿Por qué vale la pena EDUCAR en el tiempo presente de incertidumbre estructural?
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Con relación directa a la que se piensa o a lo que se sabe, la palabra Educar es polisémica y encierra dentro de ella cuando menos dos grandes significados (Educere y Edukare), según el texto de Antoni Colom, uno proviene del latín y el otro del griego. Uno da cuenta de intervenir, de guiar, de dirigir desde afuera, el otro da cuenta de sacar, de dar a luz, de hacer emerger. Se educa ¿de adentro hacia afuera o de afuera hacia adentro? De dichas concepciones se deprenden modelos educativos, propuestas pedagógicas, teorías diversas, incluso el sustento de las reformas educativas del presente. Pero que es Educar y porque es tan importante su vigencia hoy en día, distingo autores que dan cuenta que el acto de educar nos humanizó y al humanizarnos tenemos el privilegio y a la vez el compromiso de seguirnos educando(nos). Educar es también acceder a la civilización, y aprender a vivir el respeto, convivencia sana y responsable, la tolerancia, etcétera.
Sin embargo, la educación como un derecho y un bien al igual que muchos otros bienes materiales, sociales o simbólicos no llega o no ha llegado a todas y todos, el acceso de los muchos y muchas a un servicio de buena calidad, el dispositivo de la educación como motor de ascenso y reconocimiento social, etcétera, hoy está en crisis.
Educar también es un ente prohibido para muchas y muchos, ya que dentro de su palabra de E-du-car, en seis letras se encierra un tesoro, un gran tesoro del que se hablaba en el Informe de Jacques Delors ante la UNESCO en 1998 “La educación encierra un tesoro”.
Educar, entonces es un principio de desarrollo humano, es un valor que contiene muchos valores, es un fundamento, una idea o un conjunto de ideas, es el motor que nueve a muchos más motores, es una técnica o conjunto de técnicas, un método, una teoría, EDUCAR es casi todo, pero no todo mundo lo entiende así, es un complemento que se logra sólo al educarse.
Hoy en día escucho a los políticos con sus aspiraciones vanas y pedestres, sus discursos sin vacíos de sentido, demagógicos, muestran más la des-educación que otra cosa. No es posible aspirar a un cargo en dirigir y representar a las y los demás, cuando se carece de los mínimos fundamentos educativos, llámese gobernador, presidente municipal, diputado, etcétera, Antes de hablar hay que pensar y antes de pensar hay que saber en dónde se está parado para saber qué decir y ante quién decirlo.
El acto de Educar emerge, fluye como el agua en un arroyo virginal, como la luz que alumbra la alegría de un amanecer, el acto de educar es también poesía, poiético diría Niklas Luhmann. Y bueno, es triste cómo el mundo de la política sea un universo de No-,educados o de mal-educados, ellas y ellos tienen el timón nosotros tenemos todo lo demás, y un pueblo educado no solamente marca el rumbo también puede exigir el timón cuando los que dirigen ni saben hacia dónde dirigirse y dirigirnos.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com