Enjambre: de rock, cultura y unión intergeneracional
Marco Antonio González Villa*
Teniendo claridad en torno a la diversidad de géneros y gustos, es un hecho que la música forma parte innegable de los aprendizajes de las personas, tanto como un elemento importante de la educación no formal como un posible recurso didáctico para el aula.
En este sentido, el rock, a diferencia de la mayoría de los géneros, tiende a ofrecer un plus en sus letras que promueven la reflexión, el análisis, así como la sensibilización y la concientización de diferentes hechos y fenómenos sociales: las letras del grupo de rock mexicano Enjambre tienen esa particularidad, alejándose de enaltecer lo material, el sexo o los excesos, presentes en el género urbano y algunos subtipos regionales.
Enjambre convoca a una gran cantidad de jóvenes y adolescentes en edad escolar, por lo que, dada la significatividad de que disponen, hay un dejo e influencia educativa, cultural, afectiva y social en sus canciones, para diferentes áreas o campos, que complementan, enriquecen o logran saberes a través de sus canciones: hay un gran bagaje y riqueza lingüística en sus letras, pero Homografobia se distingue por jugar con los sentidos de palabras homónimas, Viceversa, Intruso y Egohistoria, tienen guiños con el Psicoanálisis, así como también tienen temas que abordan poéticamente situaciones emocionales de una gran profundidad social: por ejemplo, le cantan a la forma de superar una ruptura como en Última tema, le cantan al desamor y al engaño como en el clásico Manía cardíaca o en Madrugada, o al amor no vivido en Vida en el espejo, al amor idealizado en Reflejo, o una valoración de la figura materna como en Eliza mi hortaliza, nostalgia por los recuerdos que se vivieron en la casa de la madre y/o el padre en donde ya no se vive como en De paso, a problemas alimenticios y falta de aceptación de sí como en Ausencia de cocina; hay también el anhelo de rescatar a una persona de lo banal a través del amor como en Cámara de faltas o de motivar y/o salvar a alguien de su soledad y dolor como en De nadie o de los días de encuentro entre un padre con los hijos con los que ya no vive como en Visita. Como podemos apreciar, hay muchas historias comunes, por tanto, íntimas al escucha que se pueden abordar desde o con un enfoque socioemocional.
Cada canción tiene una intencionalidad, que busca conectar con historias que sean experiencial y emocionalmente cercanas a cada escucha y, así, pueden adquirir un matiz pedagógico y didáctico, con posibilidades de interpretación y discusión grupal. Pero más allá de las letras, su último disco hace un acercamiento intergeneracional, al realizar arreglos a varios de sus temas para que tengan un sonido característico de los Bailes de salón, nombre de su disco, propios de la década de los cuarenta y cincuenta en México, lo cual fue rubricado en sus conciertos al pedir a los asistentes que fueran vestidos de etiqueta, obteniendo una buena respuesta, dándole al recital un toque nostálgico por la música y la vestimenta. Vivieron nuevas generaciones una experiencia de otros tiempos.
Este tipo de experiencias se vuelven motivantes al observar la disposición que muestran estudiantes ante actividades emocional y musicalmente atractivas, lo que nos lleva a conocer elementos culturales propios de su generación con los cuales puedan construirse puentes que conecten con las generaciones que les preceden, llevan a tener un conocimiento, tal vez entendimiento mutuo, que favorezcan la relación. Hay ritmos y letras que se vuelven atemporales, cultura que pasa de una generación a otra y se mantiene viva; toca llevar ahora a los rockeros a la lectura pedagógica ¿no?