Escenarios y desafíos del posgrado en educación en el estado de Jalisco
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
El posgrado en educación que data de los últimos años del siglo pasado, hoy con 23 años del nuevo siglo pudiéramos decir que se ha consolidado o se ha viciado de más. El posgrado que abarca las maestrías, los doctorados y las especializaciones, tiene una oferta educativa concentrada en apenas 3 o 4 instituciones locales del sector público, varias privadas y muchas de las conocidas como “patito” y que han logrado aprovechar los vacíos legales y la necesidad de profesionalización de muchos docentes en formación o en servicio.
Parece que de nueva cuenta existe un intento por refuncionalizar el subsistema de educación superior y darle un giro a la organización de los posgrados. De esta manera instituciones como el ISIDM, el CIPS y las Unidades de la UPN, junto con la MEIPE (que es un programa no una institución), son las únicas instancias que formalmente ofertan estudios de posgrado en la SEJ. En las dos primeras su oferta académica es muy semejante a la que precedieron desde su origen hace más de tres décadas, estas son, la Maestría en Ciencias de la Educación y en Intervención Socioeducativa, además del Doctorado en Investigación Educativa Aplicada en el caso de ISIDM, en el caso de CIPS oferta la Maestría en Investigación educativa así como la Especialidad en Metodología Interpretativa en la Investigación Educativa, la UPN por su parte tiene una oferta de dos programas nacionales que comparten todo el sistema de Unidades UPN a nivel nacional, la MEB y la MEMS, y la UPN en la Unidad Guadalajara, tiene dos programas de posgrado de diseño propio la ME y la MEGSC, junto una especialidad en Estudios de Género en Educación y el Doctorado en Desarrollo Educativo con énfasis en formaciones profesores. De esta manera se podría decir que la oferta es limitada y acotada.
El desafío para las instituciones de educación superior y para la oferta de programas EDUCATIVOS UBICADAS EN EL POSGRADO ES DE DOS TIPOS:
A) Por un lado, la integración o articulación institucional de los ámbitos que ofrecen estudios de posgrados en un organismo serio que pueda organizar de mejor manera los cuadros académicos, que maneje racionalmente los recursos y que pueda mirar el futuro con líneas de investigación y formación de cuadros que se integren al sistema de mejor manera.
B) Refrendar la oferta del posgrado, lo cual es necesario actualizar los diagnósticos y atender las tendencias del posgrado en educación a nivel nacional e internacional. Las tendencias tienden a la flexibilidad curricular, a la especialización y la claridad en cuanto a la adquisición y el uso critico de los conocimientos adquiridos. Estos dos desafíos deberán resolverse desde las propias instituciones, a partir de poner en juego los talentos y las masas de críticos que saben de formación en el posgrado y que hacen investigación.
Un elemento adicional está relacionado con el impedimento de las escuelas Normales al no poder ofertar formalmente estudios de posgrado en todo el estado de Jalisco. Esto se debe a una decisión política que se tomó a mediados de los años noventa con el surgimiento del llamado CEP (Centro de Estudios de Posgrado). Hoy las escuelas Normales de acuerdo a las fortalezas internas de cada una de ellas podrán diseñar y ofertar programas educativos que se inserten al posgrado, el riesgo es caer en el clientelismo y en la generación de un clima de competencias desleales, que abran la posibilidad de ofertar programas que ya están contemplados en el catálogo local.
¿Qué le hace falta al posgrado en educación en el estado de Jalisco?
Por ahí comienza a circular el rumor del intento del actual gobierno para integrar a las instituciones del posgrado a partir de la creación (eso es lo que se dice y además esta idea no es nueva) de una especie de Instituto de Posgrado y que sea dirigido por un personaje clave del actual sistema muy ligado al secretario de educación. Esto es una decisión que se mueve más en la esfera de la política, pero la parte técnica y los cuidados académicos si es que no se atienden con seriedad, nos llevarán a construir un nuevo elefante blanco que sólo sirva para darle cobijo político y asegurar el futuro transexenal de quien lo dirija. Al tiempo veremos qué es lo que pasa.
Asignatura aparte merecen los programas de Doctorado. El Doctorado en educación es un espacio institucional y a la vez un área de oportunidad para formar a docentes–investigadores de alto nivel, cuya intención está colocada para insertarlos al frente de las instituciones y desde allí puedan generar conocimientos orientados hacia la toma de decisiones y, además, fomentar la investigación que acompañe el diseño de políticas públicas.
En estos momentos soólo existen tres opciones para cursar un programa de Doctorado en el ámbito local: lo que oferta el ISIDM (Doctorado en investigación aplicada), el Doctorado en Desarrollo educativo con énfasis en la formación de profesores ofertado por la UPN Guadalajara en el marco de las 15 unidades de la región Centro-Occidente y el Doctorado o el catálogo de doctorados que ofrece la UdeG vinculados al campo educativo, además del diseño de Doctorado que está desarrollando el CIPS acerca de las temáticas Socioeducativas.
¿Qué se puede esperar de lo que viene? Me parece que el escenario no es halagüeño, cuando las acciones y las decisiones se reducen al círculo en el poder, con un mayor contenido político que académico, el proyecto en turno será de oropel y quedará sólo en el escaparate cupular. La vida de las instituciones, la calidad de los programas ofertados seguirá siendo una más de las asignaturas pendientes que dejará este gobierno pensando en un horizonte a futuro totalmente incierto.