Acusaciones en falso: ¿se pueden evitar?
Marco Antonio González Villa*
No se busca hacer una apología del acoso y abuso sexual que sufren las mujeres o menores, en lo más mínimo, solamente abordo aquí uno de los problemas que se han generado al utilizar estos temas delicados como herramientas de extorsión, venganza o con la intención de perjudicar conscientemente a otra persona.
La película La cacería (The Hunt en inglés, Jagten en su idioma danés original) muestra diferentes problemas y ataques, que incluyen violencia física, verbal y repudio social, que debe sufrir un profesor cuando es acusado de realizar actos de índole sexual inapropiados con infantes, con la particularidad, en la película, de que el profesor era inocente. Como en otros casos, tanto en pantalla como en la vida real, los ataques a un supuesto culpable pueden caer en la legalidad o ilegalidad, pero cuentan con el aval de un grupo de personas que se vuelven jueces y verdugos de un delito.
El año pasado trascendió la noticia del profesor de una preparatoria en Reynosa, Tamaulipas que fue despedido después de que un colectivo feminista hizo pública una denuncia y exposición de un supuesto acoso en contra de una alumna cometido por el docente. Lo expusieron en diferentes espacios y la palabra pedófilo fue recurrente al referirse a su persona. Después de llevarse a cabo una investigación se revela la falsedad de la acusación y, tardía e innecesaria ya por el daño causado, el colectivo se disculpa públicamente; no obstante, es importante señalar que por lo menos el colectivo tuvo la postura de reconocer su error a diferencia de la preparatoria y sus autoridades.
Lamentablemente situaciones como la previamente referida son cada vez más comunes en diferentes instituciones educativas. ¿Cuál es la raíz del crecimiento del fenómeno? Las razones pueden ser varias, llegando incluso a presentarse justificaciones tan banales como el tener un incremento en una calificación. Ya sea por decisión de un o una estudiante, del padre, madre o tutor, o bien como sugerencia de un abogado o abogada, se acusa despreocupadamente sin medir el impacto de su denuncia y sin remordimiento por el daño que se causa, el cual ha llevado incluso a docentes a quitarse la vida ante la injusticia y la impotencia.
¿Cómo podría evitarse la acusación en falso? Al igual que en los casos comprobados de acoso y/o abuso, un incremento en las sanciones administrativas o penales podría ser un factor que limite la práctica, de esta forma, sanciones económicas severas o tiempo de reclusión sin posibilidad de fianza, junto con la posibilidad de hacer pública, difundir, la mentira serían medidas que ayudarían a erradicar o disminuir el problema. Lógicamente, inculcar y concientizar en las escuelas la necesidad de no mentir para perjudicar a alguien, analizando y visibilizando en grupo los efectos de dicha acción, será también de mucho apoyo.
Hay mucho por hacer y se requiere aquí un trabajo conjunto y colaborativo de protección mutua, de mí y del otro, de nosotros; creo que es un problema que sí puede abordarse y disminuirlo ¿alguien tiene otra propuesta?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
Yo pienso, que debe haber castigo si se demuestra que la acusación procede, Pero sobre todo discreción, tanto para el agredido como para el acusado, Mayor será la razón si no se tiene la certeza del delito.