Las costumbres

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Repeticiones de los actos, previsibles y compartidas, las costumbres definen a una comunidad. La dotan de un carácter y un temperamento. Se trata de hábitos, rituales, cultura.
Si la moral es el estudio de las costumbres, en su acepción original, identificarlas, establecer lindes, ayuda a entender a una sociedad. Diagnosticar. Recetar una medicina.
Cuando en un partido de futbol los espectadores le gritan “puto” al portero que despeja o al final se agarran a puñetazos los partidarios de los equipos rivales, en las salidas de los estadios, se infiere la intensidad de la violencia internalizada. La asistencia a los juegos de futbol no cumple un cometido lúdico sino una catarsis de los abusos a los que se someten en su vida cotidiana.
Los pueblos tienen el gobierno que se merecen, dicen. El chiste mañanero con que el presidente gambetea el “bullying” al que se enfrenta a través de las redes masivas y mal intencionadas, demuestran que su liderazgo poco ha podido para concertar los intereses de una sociedad dividida y azotada por una violencia que no tiene límites.
Como lo hace el presidente, los mexicanos nos refugiamos en los chistes. Las mentadas de madre a bordo del coche y la rechifla a los equipos de futbol donde buscamos una representación (Villoro dixit) que tampoco existe por culpa de las prácticas de la industria.
Poco nos queda además del grito. Con el mismo origen que graficó Munch, pero con maneras opuestas (lo nuestro es algarabía y balazos, lo de Munch es recogimiento y frustración), la expresión nacional es compartida, destinada a los otros. Septiembre es “nuestro mes”. Lo demostramos con banderitas de plástico y El huapango de Moncayo. Lo único que nos une -si es que eso ocurre- es el afecto que sentimos hacia nuestra patria. Nuestra mexicanidad es sentimental y es voluntaria.
Septiembre es el mes de los tacos de chicharrón, el mezcal con gusano y los trajes nacionales apretados a base de tarugos.
Nuestra costumbre es el disfraz campirano que ya no usamos y las trenzas de una mujer sometida que lucha por todos los medios para ya no serlo. Costumbre que nos recuerda lo que fuimos. El origen fundacional al que nos aferramos.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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