Conciencia de sí, conciencia del otro ¿cuál es primero?
Marco Antonio González Villa*
El tema tiene implicaciones filosóficas y psicoanalíticas obviamente, de suma profundidad y complejidad que debería abordarse y tratarse en el aula desde las primeras etapas formativas; de hecho, tendría que ser tocado el tema en casa, pero sabemos las dificultades que posee al hablar de una abstracción como lo es la conciencia.
Intentaré aquí ofrecer una postura, lo más clara y concisa posible, para observar los alcances de su abordaje. Es un hecho que otro precede al sí: desde el punto de vista biológico nadie puede formarse a sí mismo, por lo que la concepción de un ser proviene desde la exterioridad, desde un otros que deciden, a veces no lo deciden, pero pasó, traer al mundo a un nuevo ser, por lo que piensan y se relacionan con este nuevo ser desde antes de su nacimiento. Después del parto el sí sólo es posible si hay otro u otros que cuidan y brindan lo necesario para la subsistencia del ser, aunado a que uno existe sólo a través de la mirada, la escucha y contacto con el otro, de su percepción: el otro da nombre, enuncia y hace referencia a uno, lo que ayuda a construir el yo, por lo que el otro sigue teniendo un protagonismo determinante en el sí. Al mismo tiempo que velan por su existencia biológica, van compartiendo significaciones que van configurando, estructurando y educando a cada infante, dando forma a su pensamiento a través del lenguaje, externo también, con lo que se aprende una primera manera de leer y ser en el mundo, que obviamente proviene de fuera y no es personal o creada de manera individual. El otro sigue estando al frente del sí hasta este momento: hay mayor conciencia del otro que de sí.
Sin embargo, podríamos pensar que a partir de que una persona empieza a ejercer su libertad o pugna por ella, que implica cierto nivel de autonomía e independencia obviamente, el sí se antepondría a los otros finalmente, lo que podría dar pie a un individualismo que limitaría el vínculo con los demás, pero, un pero importante resalto, todo dependerá de la educación recibida en los primeros años dando estructura a una forma de relacionarse con los demás.
Así, quien haya vivido, tanto en casa como en la escuela e, idealmente, la comunidad, en un escenario en el que el otro siempre es parte de uno, basados en la idea “nosótrica” de las comunidades o en el “ama a tu prójimo como a ti mismo” de la tradición judeocristiana o en la ética de la vulnerabilidad de velar por la vida del otro de Levinas, tendrán siempre una consideración del otro. Pero, pero importante también, crecer en escenarios de abandono, de desinterés emocional, de irresponsabilidad, de maltrato, harán que el otro sea percibido como alguien ajeno, distante, tal vez cruel, por lo que sólo la conciencia de sí es posible.
Por tanto, podemos establecer que la conciencia del otro precede a la conciencia de sí, perceptual y psicológicamente hablando, ya que la segunda implica un proceso introspectivo, que no todos llevan a cabo, pero también es el resultado de la historia vincular de una persona. El sí sólo es posible con la presencia del otro: cuando se logre desarrollar y tener conciencia de ello desde las etapas tempranas será posible entender que todos nos necesitamos y que lastimar al otro implica lastimar también a una parte del sí. No parece complicado entenderlo, así como tampoco transmitirlo, enseñarlo ¿quiénes no lo están haciendo entonces? Es con quien debe trabajarse; espero nos permitan hacerlo alguna vez, es por el bien de todos ¿o no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]