Serrat, Galeano y Maslow: de necesidades, caminos y utopías
Marco Antonio González Villa*
¿Pueden converger un poeta, un cantante, un escritor y un teórico? La riqueza del lenguaje es tal que, en ocasiones, sin importar la forma o el lugar social desde el cual se enuncie una idea, pareciera ser que la esencia de lo que se transmite es la misma, no importa que se empleen palabras diferentes, poéticas o académicas, por ejemplo, el mensaje puede tener el mismo impacto, belleza y profundidad.
Las metas de una persona provienen de un deseo, de un anhelo, de una necesidad, por lo que, dentro de un marco de ética y legalidad, las metas tienen siempre una justificación y validación tanto individual como social. Sin embargo, el logro de las mismas no necesariamente son un parámetro para definir, evaluar o emitir un juicio en torno a una persona, sobre todo porque las metas so totalmente personalizadas y difícilmente pueden clasificarse o catalogarse unas mejores que otras.
Esto lo entiendo a golpe de críticas Abraham Maslow, el creador de la famosa pirámide de necesidades, en donde se establecen 5 diferentes tipos de necesidades (fisiológicas, seguridad, sociales, estima/reconocimiento y autorrealización), las cuales regulan el comportamiento de las personas: detractores de Maslow señalaron que la pirámide era elitista, porque daba la impresión de que algunas personas, una minoría conforme se avanzaba hacia arriba en la pirámide, tenían necesidades que permitían establecer que tenían un mayor desarrollo humano, en lo social y lo psicológico, lo cual denigraba o frustraba a los que se encontraban en los primeros niveles. Para calmar estas voces, y en una reflexión sobre su propia creación, Maslow señala que cada persona puede decidir en qué nivel quedarse y sentirse pleno y satisfecho, sin necesidad de compararse con los demás. La vida misma, no la meta o el anhelo, es lo más importante.
Y es aquí donde podemos resaltar la transversalidad de sus palabras: ¿no es la misma idea en esencia que transmite Serrat en Cantares retomando las palabras de Machado? Caminante no hay camino, se hace camino al andar, que, en una posibilidad interpretativa, puede leerse como lo importante no es la meta, la satisfacción de una necesidad, sino lo que se hace, lo que se vive para lograrlo, el camino recorrido.
Con otra poética, otra lírica, Eduardo Galeano nos deja en claro que las utopías, aquello que coagula sueños, metas e ilusiones, y que están siempre más allá, nunca podrán ser alcanzadas, porque están permanentemente adelante, al frente, inasibles, inalcanzables, pero, y aquí su valía, nos impulsan siempre a caminar. Caminar es lo importante, vivir.
Así, una canción, una poesía, una narración y un constructo teórico nos señalan que lo importante es la vida como cada uno la vive, como cada uno la valora, sintiéndola y sintiéndose pleno, sin comparación, mirando el camino recorrido, lo que uno hizo, lo que uno ya logró, lo que se puede asir y genera satisfacción.
Hay, obviamente, un idealismo que romantiza alcanzar los sueños, lograr las metas, pero en un realismo más íntimo, más cercano, vemos que lo importante es seguir avanzando, no parar, caminar… enseñemos entonces a vivir, sólo a hacer camino. Se lee poético, así es la vida ¿o no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]