Cese a la violencia en las escuelas y afuera de ellas. Por una mejor convivencia socioeducativa

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

No sabía cómo iniciar este artículo. Lo cierto es que la noticia del triste asesinato de dos sacerdotes jesuitas (Javier Campos y Joaquín Mora) el pasado lunes 20 en la comunidad de Cercahui ubicada en la sierra de Chihuahua, mientras intentaban defender a un hombre herido que buscaba refugio me tiene indignado. Estas dos muertes junto con un guía de turistas que también murió al lado de los sacerdotes se suman a la larga lista de muertes con violencia en los últimos años. Los sacerdotes jesuitas vivían desde hace cerca de 40 años en la sierra de Chihuahua, su vida entera la habían dedicado a involucrarse en las comunidades indígenas de la sierra de aquel estado al norte de nuestro país. Hablaban la lengua y tenían un especial respeto y reconocimiento por los pobladores. Su muerte –es obvio pensar–, que ha venido de los sectores más atrasados del crimen organizado en nuestro país. La violencia debe detenerse.
La consigna presidencial de “abrazos y no balazos”, no sólo se ha tornado en un verdadero fracaso, la criminalidad, la violencia y los riesgos de distinto tipo han ido en ascenso. Este hecho de la muerte de dos religiosos que pertenecían a la Compañía de Jesús es el botón de muestra más grande que nos lleva a decir ¡Ya basta! ¡No a la violencia!
Por otro lado, tenemos que en las redes sociales circulan infinidad de videos de crímenes impunes por parte de sicarios y pistoleros profesionales que matan a civiles o a personas ligadas a los gobiernos locales en algunas comunidades del país.
Es obvio dirigir la mirada a la educación para formar una convivencia sana y libre de violencia, todo ello camina muy lento. Hoy los cárteles del narcotráfico se han apoderado de infinidad de espacios de nuestro territorio. Hay un poder que se está enquistando en el viejo poder tradicional y que, desde ahí, amenaza y fomenta un clima de terror y tiene amedrantada a mucha gente.
La sociedad en su conjunto debemos decirles a las distintas instancias de gobierno, que ya basta de todo esto. Es obvio pensar que desde la sociedad civil deberán surgir destacamentos de defensa y autodefensa pero que no reediten los métodos de violencia e intimidación. En estos momentos las esferas de gobierno se han visto rebasadas, tanto el ejército como las distintas fuerzas armadas no han sido capaces de contener la oleada que proviene desde los grupos criminales, o será que en el fondo la corrupción se ha apoderado de los mandos superiores encargados de defender a los ciudadanos y que, el crimen y la policía terminaron siendo los mismos al final de la jornada.
Tenemos que hacer algo (mucho) para modificar el actual estado de cosas, la extorsión, la intimidación, la amenaza, los levantones, las muertes, los crímenes masivos y selectivos deberán terminar. ¿Cómo diseñar una estrategia de acción, que incluya el dispositivo pedagógico y que nos lleve a construir nuevas formas de asumirnos como ciudadanos? Ese es el reto, sobre de eso debemos trabajar. No sólo con abrazos cesarán los balazos, es mucho más lo que debemos hacer como sociedad civil para que la sociedad política entienda su responsabilidad.
Para los sacerdotes jesuitas, les digo en cualquier lugar en el que se encuentren, que muchas manos, muchas voces y muchas conciencias se levantarán para continuar con su legado, que su muerte será un ejemplo para que muchas vidas se levanten y continúen con lo que ustedes iniciaron.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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