Derechos humanos

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Los derechos humanos comienzan por el reconocimiento de la dignidad de los otros y han alcanzado su estatus después de un lento proceso de evolución social. Sólo bajo sistemas de organización política capaces de instalar una estructura jurídica sólida, éstos se viven y disfrutan con absoluta plenitud.
En un país como el nuestro donde la corrupción abarca todas las esferas sociales, los derechos humanos son beneficios que quedan únicamente en el discurso de los gobernantes y en la ilusión de los ciudadanos.
Cuando el narcotráfico se instala como la industria más próspera y amenazante, el dilema de la administración pública tiende a la conservación y perpetuación de una democracia de apariencia. La realidad nacional está salpicada de políticos a quienes se les siguen procesos judiciales en este sentido, con la consecuencia de que la sociedad civil ha perdido su confianza en ellos como garantes de sus derechos.
Aunque en México tengamos libertades por mandato constitucional y los derechos se resguarden jurídicamente, en la realidad éstos (los derechos) se ven lesionados y violados de manera consuetudinaria. Así las cosas, podría decirse que los derechos son beneficios en vías de sublimarse.
Tanto los feminicidios como los asesinatos a los periodistas demuestran la vulnerabilidad en que vivimos por razones de género o de elección profesional. Sólo por citar un par de ejemplos. Hay que añadir la condición étnica, infantil (los niños que padecen una situación económica desfavorable son obligados a trabajar jornadas exhaustivas) o de preferencia sexual.
Tenemos derecho a la propiedad privada, pero en una tierra de impunidad estamos al arbitrio de los crímenes del fuero común que cotidianamente se perpetran. Nuestra democracia es de nota roja. Tenemos derecho a la educación y a la salud, pero las escuelas son insuficientes y sólo asisten a ellas quienes han resuelto sus necesidades básicas de alimentación y vivienda, prioridad que restringe en la práctica el acceso a las universidades a quienes reciben el apoyo de terceros: casi siempre los padres. Y las condiciones hospitalarias ocasionan una preferencia hacia los sistemas de salud privados o la medicina alternativa: la homeopatía, la automedicación y los remedios caseros.
Los derechos humanos son beneficios ideales que en nuestro país están vinculados con los privilegios. Por lo tanto, en tanto los gobernantes no consigan dotar de seguridad, educación o salud a todos los ciudadanos por igual, seguimos siendo una nación premoderna.

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

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