Sobre la pobreza social y económica… ¿Y entonces para qué educamos?

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

México es un país de contrastes, de claroscuros, de profundas asimetrías, plasmadas a lo largo de la historia y que corren por todo el territorio nacional. Sin embrago, la riqueza cultural o geográfica se ve eclipsada por una tendencia que en los últimos años está generando amplios sectores de pobres.
La pobreza es la nueva cara del México urbano y posmoderno que nunca alcanzó el desarrollo pleno, se ha hecho común los amplios sectores de pobres, de personas sin trabajo, de niños, mujeres y hombres que te piden por la calle “No me da una ayuda”, “un pesito para mi camión “deme un peso, es que no he comido”.
Las voces de la pobreza a la mexicana son las voces de una modernidad que se desmorona en el plano de la política y en amplias esferas del gobierno. Las estadísticas no nos favorecen la realidad que las refleja mucho menos.
México es uno de los países con mayor distancia social, el hombre más rico del mundo contrasta con los 60 millones de pobres en condición de pobreza, somos líderes mundiales en producción de ninis y en donde la mayor escolaridad no corresponde a un mejor empleo o a mejor ingreso. Y entonces cabe la pregunta, ¿para qué educamos?
En la contraparte la educación se teje como un conjunto de acciones constructivas que pretenden edificar un mejor México, de mejores ciudadanos.
Educamos o debiéramos hacerlo para no ver gente pobre deambulando por la calle, ausente de esperanza y de camino. Educamos porque creemos en la potencia del acto de educar, para reconvertir una situación social que no termina de tocar fondo. Educamos porque queremos salir de una crisis a la que alguien nos metió sin nuestro permiso, educamos porque los niños y jóvenes merecen un mundo mejor y en correspondencia el mundo merece mejores niños y jóvenes.
Educamos porque creemos en la verdad que se construye desde abajo, y porque sólo con el fomento consecuente del pensamiento crítico, de la reflexión y de la dialogicidad, podemos salir adelante.
Educamos, porque esa es nuestra tarea y nuestro compromiso y estanos obligados a hacerla bien.
Educamos porque nos da la gana y porque estamos convencidos que es la forma como contribuimos al cambio social, a la transformación profunda, a construir un México mejor de mejores ciudadanos.

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]

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