La memoria que recuerda y la memoria que olvida

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

En historia o en los recuentos históricos, hay trazos o segmentos de algunos acontecimientos importantes, emblemáticos, dolorosos, frustrantes etcétera; que muchas veces se prefiere olvidar o no recordar.
¿Quién recuerda el 2 de octubre de 1968 o el 26 de septiembre de 2014 –Ayotzinapa– o el 22 de diciembre de 1997 –Acteal–? O para ser más oficiales, ¿cómo se recuerda hoy en día el 15 o el 16 de septiembre, el 5 de mayo, el 18 de marzo, el 20 de noviembre?
Las fechas ligadas al calendario cívico dentro del cual se sintetiza un hecho o una batalla en nuestro país (que se pude ganar o perder), o una serie de sucesos que han contribuido a ser la patria que somos hoy en día, están marcados por un alto nivel de recuerdos y otro tanto de olvidos.
El segmento del recuerdo y la reproducción de las versiones oficiales tiene que ver con la versión de la historia que interesa que prevalezca, que se propague y se legitime. Sin embrago, el espacio de los olvidos forma parte de los segmentos de contenido ligados con asuntos vinculados con la marginalidad, con las versiones controversiales o el punto de vista que viene desde muy abajo o desde lo más abajo de la sociedad.
Recordar para mantener la memoria fresca y para no olvidar es parte de la tarea, pero, ¿cómo distinguir en la práctica dicha distinción?, y en educación, ¿qué pasa con lo que se recuerda y qué con lo que se olvida?, y en los procesos de enseñar y aprender, ¿qué es bueno conservar en la memoria y que otras pueden dejarse en el olvido?
Todo esto viene a cuento porque en el año de 1994 (en mi cuarto año como docente de educación primaria en el poblado de Cuitzeo, municipio de Poncitlán) la maestra Ampelia, directora que cubría un interinato y que provenía de la herencia del cardenismo o y de la escuela rural mexicana, me pidió que ensayara con los alumnos y alumnas de 3° de primaria el Himno al petróleo porque me tocaban los honores a la bandera y la fecha estaba en el marco de la Expropiación petrolera. El himno al petróleo –pensé yo– no lo conozco, no sé de qué me habla.
La maestra Ampelia pasó a mi aula de clase y sin pedir permiso comenzó a escribir en el pizarrón:

Avanza obrero firme adelante
Porque esta lucha ya comenzó
Ya es tuyo el oro negro que un día
Arrebataste al explotador
Avanza obrero y no retrocedas…

A partir de lo anterior, quisiera hacer una elemental pregunta a los docentes lectores, ¿alguien sabe las estrofas del Himno al petróleo, la cantaron algún día en sus escuelas de adscripción?
Aquí se puede sintetizar para qué nos sirve la memoria, no sólo para recordar sino también para saber por qué algunas cosas quedaron borradas u olvidadas de la memoria histórica.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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