Quizás

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Refiere algo que puede ser pero que no ha ocurrido aún. Se trata de una especulación que nos permite el lenguaje y, por lo tanto, la razón. En rigor, el hecho de imaginarla –a la posible cosa– le confiere un lugar, le permite existir. Como el unicornio o los dioses griegos. Éstos no son, pero podrían ser y por eso existen (como entelequia o utopía o elucubración). Porque los imaginamos. Y la posibilidad de ser es una forma del ser. Inacabada o intangible. En potencia. Como los hijos que no se tienen o la muerte que no ha llegado. Los dioses griegos fueron adorados y temidos como seres existentes en el marco de la mitología. Se les rezaba y maldecía. Algunas cosas son más posibles que otras. Morir es un hecho, pero que México gane un Mundial representa una posibilidad remota. Posible pero muy poco probable.
“Quizás” es una palabra que simboliza nuestras esperanzas: quizás un día tengamos un país justo, seguro, feliz. Y también reúne nuestros miedos: quizás la situación empeore. “Quizás” es un mantra. Un deseo para el futuro. Algo que queremos. O tememos. En este caso no sería un mantra sino un exorcismo: lo pensamos para evitarlo: la previsión del peor escenario para que lo venidero resulte menos lesivo.
Consuelo Velázquez inmortalizó el “quizás” en una célebre canción: “Y así paso los días/y yo, desesperando. /Y tú, tú contestando/quizás, quizás, quizás.”
“Quizás” es el adverbio intermedio entre “sí” y “no”. No afirma ni niega, abre una ruta para andar alguno de los senderos del camino. Puede ser una cosa o la otra. Todo depende del destino: la palabra reconoce la limitación del deseo y la intención; está más allá de nuestras ganas. No depende de nosotros sino de la suerte, de las circunstancias, los dioses.
Los políticos mexicanos la actualizan en cada promesa de campaña y en cada petición de sus electores. Quizás tengamos aeropuerto. Quizás se suprima el huachicol. Quizás nos vacunemos pronto. Quizás haya una regeneración. Mantra. Exorcismo para los corruptos que no quieren cambios. Una cosa o la otra.
Para todo “quizás” que se emite, existe un receptor que lo concede y prefiere. Hay “quizás” que escaman: quizás haya recorte de personal. O “quizás” que entusiasman: quizás me saque la lotería. Los “quizás” no son indiferentes. Su neutralidad los sustituiría en “sí” o en “no”. El “quizás” es una convención parcial, sesgada a una pretensión profunda.
A veces sólo significa una forma de salir del paso. Lloverá quizás. No me importa.
Para algunas teorías que se sustentan en las buenas vibras, los “quizás” pueden decretarse. Es una forma de anticipar una predilección por algo. Los rezos cumplen ese cometido. Las veladoras en el templo, los compromisos al caminar de rodillas o dejar de beber a cambio del cumplimiento de un milagro.
Los seres humanos nunca nos contentamos con lo que somos. Quizás tengamos el poder para descreer de nosotros mismos. Quizás sólo “blofeemos”. “Quizás” es la forma eufemística de la casualidad, adonde no llegamos. Quizás…

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

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