Volver a la normalidad, ¿cómo entendemos esas palabras?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Hay diferentes momentos y sucesos en la vida de las personas, y de la sociedad, cuyo nivel de impacto cambia para siempre el curso de la vida y la forma de ser y desenvolverse. En ese momento, todo aquello que solía ser lo cotidiano y normal, cambia y todo adquiere un nuevo rumbo y sentido; idealmente se cambia bien, pero en algunos casos el cambio va en sentido contrario.
La pandemia es uno de esos sucesos que ha cambiado la vida prácticamente de todos, salvo a algunos que, inexplicablemente, aún siguen negando su existencia. Dejando esto último de lado, desde hace varias semanas vinimos escuchando las palabras “regreso a la nueva normalidad” y la inclusión del término “nueva” genera diferentes posibilidades de interpretación. He aquí algunas que se me ocurren, como a otras personas seguramente.
De inicio, implica que habrá formas distintas de entender y vivir la cotidianidad: la interacción social ha cambiado de tal forma que miramos a otros con recelo, actuamos con mayor prudencia, desaprobamos a aquellos que no siguen indicaciones y no respetan las recomendaciones y se ha llegado incluso a ser violentos con ellos.
La idea de nueva también lleva a tener claro que no podemos presentar las mismas fallas: se evidenció la fragilidad del sistema educativo enfatizando la brecha que ha establecido la desigualdad y la pobreza, al igual que la falta de formación y profesionalización de los docentes con relación a estrategias útiles para responder a este tipo de problemáticas, que es necesario atender de manera inmediata. Se hizo patente también la fragilidad que muchas personas acusaron con el confinamiento, poniendo de relieve su dependencia emocional a los demás o, como en el caso de los infantes, su necesidad lamentablemente no atendida de socializar. Los empleos y las condiciones laborales de muchos mostraron también una gran debilidad y precariedad, que ha llevado a muchas personas y familias a vivir momentos de mucha tensión e incertidumbre.
La nueva normalidad puede ser significada también como una oportunidad, mirarla con ojos de esperanza, en donde, como sociedad, busquemos reconstruir el tejido social, considerando la perspectiva y necesidades de todo, no sólo escuchando las voces de un sector o suponiendo ser portavoces de algunos.
Estamos innegablemente en un momento coyuntural que requiere del involucramiento y voluntad de todos: han sido momentos difíciles para la mayoría, es tiempo de mirarnos como semejantes y entender, en el más puro sentido kantiano, que aquello que es bueno para uno y todos los demás, bajo un marco moral y ético, puede devenir en un imperativo categórico.
Es sumamente idealista, lo sé, pero volver a lo que ahora podemos llamar la antigua normalidad, no me parece una idea atractiva. Hay quienes gustan de mirar al pasado que sentó las bases de lo mal que estábamos, considero que es mejor mirar hacia adelante. La vida nos dio oportunidad ¿la volveremos a desperdiciar?, pese al deseo de algunos, espero de verdad que no.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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