El vínculo afectivo insustituible en la tarea educativa. El fracaso de las alternativas virtuales
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Comienzan a generarse algunos testimonios en torno a esta experiencia novedosa de educarse frente a computadoras y celulares, ver a los docentes de manera remota y mostrar la cara a la frialdad de las máquinas.
Dentro de este nuevo banco de testimonios podemos destacar el hecho de que algunos docentes reconocen que esta forma es mucho más cansada y menos efectiva, dicen que a los niños y niñas les parece agobiante la tarea y los más pequeños prefieren estar de cara y de frente a sus maestras de los ciclos básicos de primaria o segundo de primaria o de preescolar.
En la relación educativa el vínculo humano es insustituible, muchos niños están desesperados en estos momentos, quieren ver a sus maestros y a sus compañeros, añoran los juegos de la hora del recreo, los altercados del juego, las negociaciones y las alianzas infantiles, las máquinas no dan nada de ello y poco ayudan en su sustitución.
El entorno virtual se ha reducido a una serie de herramientas tecnificadas, que lo único que demandan no son conocimientos sino habilidades instrumentales, robotización del comportamiento y formas de actuar de acuerdo a lo que cada programa va requiriendo.
La alternativa virtual a la que hemos tenido que recurrir en la emergencia de la pandemia ha develado algo que ya sabíamos, pero que permanecía oculto las grandes inequidades que tenemos con respecto al tipo de equipo o de aparatos, al uso del internet y a los diversos capitales técnicos de los usuarios. El que hace click más rápido o que mueve las teclas a mayor velocidad no quiere decir que sabe más o que es más hábil para resolver los problemas de la vida.
Las máquinas no tienen afectividad, no tienen emociones y los humanos no somos máquinas; aunque hoy hemos hecho todo lo posible por parecernos a ellas. Me parece que se ha dado una obsesión por encontrar alternativas que no lo son tanto, el generar guías de estudio, el recurrir a cualquier plataforma de entorno virtual, habilitar dichas guías en forma instruccional y comenzar a recoger productos o evidencias que no siempre son de aprendizaje. En todo ello, poco se le ha dado la voz a los docentes; una docente de preescolar me decía que ahora trabaja mucho más que cuando asiste al jardín de niños; un maestro de secundaria que atiende ocho grupos por su carga laboral, dice que esto procedimiento los está volviendo locos. Y, así las cosas, no solo serán los calurosos días de abril sino todo el mes de mayo y lo que le siga, con este nuevo experimento de trabajo escolar asistido por entornos virtuales.
El otro lado de la moneda son las inequidades y las asimetrías sociales, aunque no cuento con datos precisos al respecto, pero en un aproximado podríamos pensar que el 85% de las familias en zonas urbanas cuenta con una computadora en casa y cuando menos dos teléfonos celulares inteligentes, mientras que en el medio rural de zonas pobres o alejadas de los polos urbanos o metropolitanos las cifras se invierten, solo 30% de las familias tiene una computadora en casa, pero no hay señal de internet y, por último, tenemos las zonas indígenas o zonas rurales alejadas, ahí la situación es francamente difícil pensemos que la accesibilidad sólo la logra del 10 al 15% de las familias.
El último punto tiene que ver con el trabajo cotidiano bajo esta modalidad, es decir con el regreso de las observaciones y la retroalimentación de las tareas, ¿en qué momento un docente puede dirigirse a sus alumnos para alentarlo, corregir un trabajo o brindar orientaciones?, me parece que la mirada que hemos puesto en estos días de contingencia ha sido excesivamente urbanizada, será necesario colocarnos en el lugar de los que están distantes, carentes de dispositivos para trabajar y sin habilidades digitales para hacerlo.
Este experimento pedagógico, a lo único que nos puede llevar es a aprender de la experiencia, sería bueno que la CONALITEG comience a buscar alternativas de distribución de materiales bibliográficos y pueda optar por la distribución de tabletas o dispositivos electrónicos que almacenan libros para hacerlos llegar a alumnos y alumnas al inicio del ciclo escolar, pero no solo eso, también se requiere garantizar el recurso de conectividad asegurado desde cada lugar y desde cada punto geográfico para complementar los trabajos y las tareas escolares.
Estamos inaugurando formas nuevas de encontrar alternativas a la atención educativa, ojalá y pronto las y los docentes puedan darle un abrazo humano muy humano a cada uno de sus alumnos.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]
Felicidades Dr. Miguel Ángel !!! muy certeras y oportunas sus apreciaciones
Muy oportuno su texto Dr. Miguel Ángel, me dio justo donde me está doliendo.